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Tus miedos y tú

El miedo no es más que el instinto natural de conservación. Una estructura mental milenaria, alojada en los más profundo de la psique y de la especie, que busca dejar las cosas como están: cómodas, apacibles, tranquilas.

¿Cuántas veces has dialogado con tus miedos? ¿Cuántas veces parece que sois dos personas hablando entre sí? Como si el mismo miedo pensara por ti y tú tuvieras que convencerte de algo que ni siquiera tienes claro. ¿Y cuántas veces el miedo ha cogido el volante? Lo malo del miedo – o lo bueno, según- es que ni sois dos, ni conduce nadie más que tú. Bueno, una imagen de ti. Un «tú» con astenia primaveral, apagado como un día nublado de mayo.

Pero te diré una cosa: tenemos derecho al miedo, como tenemos derecho a la tristeza. Pero no a dejarnos pisar por él. Y el problema suele ser confundir la apatía momentánea con el miedo; el cansancio de la batalla con el miedo; la derrota, a veces necesaria, nunca permanente, con el miedo… o el triunfo con el mismo miedo.

Para hablar con tus miedos lo único que hay que saber es que tú eres tus miedos y tus miedos son tú. Una parte real, tangible, tan molesta como a veces necesaria… Pero solo son una pequeña parte del total. Porque si tus miedos fueran más que tú, tú no serías tú, sino tus miedos.

Hay que perderle el miedo al miedo. Hay que perderse el miedo.

Pablo M. Ibáñez

@blitomi