Empezamos mayo… el mes de María.
¡Jaire María!
El Señor está contigo. Bendito el fruto de tu vientre: Jesús.
Al rezar el Ave María, oigo musitar, «El Señor está contigo»… Pero también: «El Señor es contigo».
¿Entonces…?
He consultado con personas expertas en Lenguas Clásicas. Una compañera mía, que lee su evangelio de bolsillo directamente en griego, me dice que Lucas escribió: «está».
Ya me parecía a mí que en el Antiguo Testamento, en las teofanías y encargos de misión, siempre queda subrayada la cercanía de Dios con el «estar contigo»: una garantía de amor, compañía, fuerza y victoria en la misión que suele conllevar.
Y sin embargo, también escucho rezar: «El Señor es contigo»…
Es el pueblo fiel quien reza así: de las dos maneras, según he podido comprobar atentamente. Es una posibilidad que nos da nuestra lengua española. Distinguimos muy bien entre el SER y el ESTAR, sin tener que recurrir a argumentos lingüísticos o filosóficos. Qué difícil me fue en un intercambio de profesores, en Burdeos, enseñar el uso correcto de estos dos VERBOS de nuestro español a alumnos franceses que no disponen más que del verbo «être»… o a los ingleses que también solo tienen el «to be». A un niño español no le hacen falta recursos lingüísticos para usar uno u otro. Lo capta intuitivamente. Tampoco nosotros los vamos a utilizar, aunque los haya sobrados.
Y qué realidades tan diferentes expresan… después del alegre saludo, ¡Jaire María! ¡El Señor está contigo! o… ¡El Señor es contigo!
¡Está contigo, por supuesto! Pero… ¿es contigo más fácil? ¿Una inercia cómoda? O… ¿algo más profundo…? Aunque no nos demos cuenta.
Ese verbo SER, tan primigenio, tan entitativo… ¡tan esencial!
En la teofanía del Horeb, ante la zarza ardiendo, Moisés le pregunta su nombre: «YHWH… Soy el que soy»… Todo lo demás palidece. Sumirnos en reverente adoración.
Y ese YO SOY, en su designio amoroso, es con María, Jesús, EL VERBO DE DIOS ENCARNADO.
Cuando rezamos EL SEÑOR ES CONTIGO, sin pretender hacer teología o exégesis bíblica, simplemente siento y resuena en mí el gran misterio de la ENCARNACIÓN.
En los designios de nuestro Padre Dios está presente la disponibilidad de María. Es el ESPÍRITU quien le hace brotar ese «Hágase en mí según tu palabra». Y la cubrirá con su sombra… Y será posible la ENCARNACIÓN del VERBO DE DIOS. La PALABRA se HARÁ CARNE de nuestra carne, en las ENTRAÑAS de María: EL SEÑOR ES CONTIGO, rezamos.
Lo musitamos sin darnos cuenta… O… ¿es el mismo ESPÍRITU que suscitó en MARÍA aquel FIAT… y que la cubrió con su sombra… ¿El que sigue conduciéndonos hasta la VERDAD-FiDELIDAD COMPLETA? Aquello que nos dijo Jesús cuando nos prometió el ESPÍRITU.
JESÚS DE NAZARET, EL KYRIOS, EL SEÑOR… ES… CON MARÍA.
Por designio de nuestro PADRE DIOS y disponibilidad de MARÍA: HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA GRANDEZA DEL AMOR DE DIOS: «… Tanto amo Dios, al mundo que entregó a su Hijo» que también quiso contar con la disponibilidad de aquella joven nazarena, llamada María».
¡JAIRE MARÍA! El pueblo fiel sigue cantando la grandeza del amor de Dios… Por eso venimos y vamos todos con flores a MARÍA, que Madre nuestra ES.
Teresa Zugazabeitia FI