Es lo que dice un spot publicitario adosado al autobús que me precede, con bellos paisajes de vides; otoñales ya, cargadas de hinchados racimos. Y diversos caldos riojanos… Marca España.
Pues… que me ha hecho pensar.
Por contundente y definitivo:
¡Eso que sientes es La Rioja!.
Qué seguro y resuelto, el diagnóstico.
Sobre sentimientos, además.
Ojalá los tuviéramos tan claros… y siempre.
Nuestros sentimientos.
Entreverados a veces, cual jaras, matorrales, maleza y raíces secas, entrelazadas… que intervienen más de lo que creemos, a expensas de nuestra voluntad.
Y son necesarios.
Como las cuatro ruedas del coche.
Eso sí: guiadas por expertas manos al volante.
Si no, las ruedas podrían llevarte al precipicio.
Pero sin las ruedas no avanzamos.
Feliz técnica de volante y ruedas y… esas manos que las armonizan.
Dominamos entonces el tiempo y el espacio y nos enardece la velocidad.
¿Qué tal si tenemos más en cuenta nuestros sentimientos?
A veces no han sido tamizados por nuestra mente…
Y nos bambolean sin darnos cuenta cual bandera al viento.
Y puede que lleguen a ser las fuerzas vivas, determinantes de nuestras decisiones…
«Á notre insu», sin saberlo.
Y todo el monte no es orégano…
Se entrelazan las jaras y las raíces… la maleza y el matorral…y la hojarasca de situaciones anteriores… Tal vez, heridas aún no cauterizadas.
Quizá nuestra voluntad esté enmarañada…
Arrastrada a veces por sentimientos que no hemos controlado. Y lamentamos después decisiones que podrían haber sido de otra manera. Mejores.
Aire fresco. Vigor de primavera. ENERGÍA.
DISCERNIR. Cernir nuestros sentimientos por el tamiz de la razón, amparada por criterios y valores de consenso UNIVERSAL.
Todavía mejor: de contemplación evangélica que nos lleven al deseo de Pablo en Fil.2.1-11.
«… Tened los mismos sentimientos que Cristo Jesús… «
Que pasó por la vida haciendo el bien, curando toda dolencia.
Nos hará bien este STOP cuaresmal.
Teresa Zugazabeitia FI