Nuestras jornadas son intensas: de 9.30 a 12.30 con media hora de pausa y de 16.30 a 19.15. Estos días, después de la eucaristía de apertura, hemos tenido sesiones plenarias con escucha de las aportaciones sobre la parte I del Documento Preparatorio –Reconocer: la Iglesia en escucha de la realidad- pero ya el viernes hemos comenzado el trabajo en grupos linguísticos y esto da otro aire al trabajo y al ambiente; sin embargo voy cayendo en la cuenta de que quizá la panorámica universal era necesaria como punto de partida para irnos después a los contextos de lengua más reducidos.
En mi grupo somos 32 y abundan los sinodales de América Latina: Arturo Sosa, jesuita y de Argentina, Bolivia, Colombia, Honduras, México, Venezuela; de España: Blázquez, Osoro, Aguado, escolapio; el Moderador es Oscar R. Maradiaga, de Honduras y el Secretario, José Luis Lacunza, de Panamá.
De esta primera semana rescato con mención especial el encuentro festivo del sábado 6, donde junto a toda la asamblea sinodal hubo -ahí sí- una multitud de jóvenes quienes, a través de interpretaciones musicales y artísticas, nos dejaron mediante testimonios impactantes, sus inquietudes, peticiones y gritos que no podemos dejar de escuchar, creo yo. Fue un encuentro lleno de belleza y alegría y sentimos en nuestra piel la emoción que nos provoca la fuerza vital de la juventud que se expresaba en torno a tres puntos: identidad – relaciones – sueños; el lema era “Nosotros para. Unicos, solidarios, creativos”.
Al final entregaron a Francisco un gran paquete de preguntas que se irán contestando por la Asamblea Sinodal a partir de reflexión y diálogo sobre las mismas, ya que si “yo las respondiera anularía el Sínodo”, dijo entre risas y aplausos de toda la sala, “pero deben ser respuestas hechas sin miedo”, terminó.
El ambiente que se respira en nuestros encuentros es agradable, cordial, de familiaridad a lo que contribuye Francisco que en cuanto deja la presidencia está compartiendo con todos como uno más. Y no deja de ser una riqueza enorme la universalidad que se palpa todo el tiempo y que las seis lenguas presentes no son barrera porque las manos siempre ayudan…
Termino y pido perdón por extenderme tanto pero es la primera y ponerse en camino siempre cuesta… estoy muy agradecida al Señor por este regalo tan bonito como inesperado y tengo muy presentes en mi corazón muchos rostros de mujeres y varones que me acompañan con su oración y cercanía, especialmente las hermanas de mi Congregación, extendidas por diversas partes del mundo.
Seguiremos …
María Luisa Berzosa, FI- Desde Roma