Me gustaría que en la Sala Sinodal hubiera más ojos femeninos, para que los pocos que tenemos a disposición no se cansaran tanto de mirar en todas las direcciones, pero dicho esto ya me he reconciliado y aceptado que somos muy pocas, poquísimas mujeres y que como soy una de ese escaso número no me lamento sino que estoy procurando dar lo mejor de mi ser femenino para que esta querida iglesia sea más inclusiva.
Y esto en un ambiente varonil y más que clerical, episcopal y cardenalicio ¡toda una novedad para mí! y sin duda también para mis compañeros de camino y hermanos en la fe porque el vocabulario continuo es “padres sinodales” y yo tengo que aclarar, una y otra vez, que soy sinodal pero no padre.
No deja de sorprender que de la Unión Internacional de Superiores Generales haya 10 representantes pero ¡¡¡ninguna de la Unión de Superioras!!! ¿alguien podría darme razones para esta diferencia?.
Y el grupo de jóvenes, creo que 35, me resulta desproporcionado en el conjunto; si bien es cierto que es Sínodo de los Obispos sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” no dejan de ser los destinatarios del mensaje y tengo temor -y ya lo he expresado- de que hablemos mucho de los jóvenes y les escuchemos poco; necesitamos oír sus voces en directo, sin filtros.
Dentro de la estructura sinodal estoy en una Comisión de Expertas/os formada por 25 personas, de las cuales somos tres mujeres. Nuestra misión es escuchar y tomar nota de los puntos que consideramos más incisivos y urgentes, de cara al documento final y lo llevamos a un encuentro diario a las 3 de la tarde. Este espacio es muy rico para un diálogo multicultural, con mucha libertad y confianza, para contrastar puntos de vista en ambiente de discernimiento; y todo ello a pesar de la hora …
Reconozco que nuestros coordinadores, llamados en el organigrama general, Secretarios Especiales, cuya misión es colaborar con el Secretario General con los temas que van surgiendo a partir del Documento Preparatorio, son verdaderamente geniales; me vais a permitir que os los presente: Giacomo Costa, jesuita, director de la revista Orientamenti Sociali y Rosanno Sala, salesiano, que también tiene a su cargo otra revista Note di pastorale giovanile.
Han hecho todo un proceso de dos años para llegar al Documento que trabajamos y han tenido la habilidad de convertirlo en una herramienta para el discernimiento. Ya Francisco reconoció en la apertura que se “han dejado la piel” en esta tarea.
María Luisa Berzosa, FI– Desde Roma