De la manera más sencilla.
Un grupo de mujeres más o menos veteranas que solemos juntarnos en grupo de lectura orante de la Biblia… De Tolosa e Ibarra.
Ahora confinadas. Pero con inquietudes.
Sensibles a este sufrimiento pandémico ya; de consecuencias sociales también.
Problema de recursos sanitarios.
No se conforman con un lamento estéril.
¿Cómo paliar y ayudar?
Una empresa de Zaragoza que trabaja en disfraces de Carnaval quiere también hacer algo solidario en esta situación.
Ofrecen material, un tejido especial, polipropileno, cortado ya en cuadrados y cintas para confeccionar mascarillas.
Un vídeo nos alecciona.
Logística: personas disponibles y que sepan coger la aguja, máquina de coser, material apropiado, coche nodriza para distribuir material por las casas y posterior reparto… porque seguimos confinadas y cada una trabajará en su casa.
Dinámicas y en marcha.
Rápidamente nos organizamos en un foro boca boca.
Y ahí estamos: alfileres, pliegues, cintas de sujeción, máquina de coser.
Las más veteranas, las mejores.
Aportan experiencia de costura, rara en los tiempos que corren.
Todas como abejas en colmena.
Se me engancha mi comunidad. Mª Cruz Ansa, 96 años, remata y da el repase final a las mascarillas. Mª Carmen pedalea la vieja SINGER que se atasca con este sintético material. Las demás plisando lorzas en el rectángulo de polipropileno para que dé holgura a la mascarilla. Pinchazos de alfileres… y sangre derramada. Se nos da mejor el ordenador.
¡Ya está la mascarilla en marcha!
Son muy sencillas, de usar y tirar. Pero defienden.
Ya le hemos cogido el truqui, casi expertas.
Hemos hecho un montonazo; urge distribuirlas con rapidez para evitar el contagio.
Llega la logística de reparto. Vuelve el coche nodriza con más material y se lleva bolsones de mascarillas que directamente van a las demandas más urgentes: residencias de ancianos, ayuntamientos, entidades diversas que nos las reclaman, supermercados,… alguna farmacia también las distribuye a particulares gratuitamente.
En este menester, conectadas también con la guardia urbana.
Y ¡vuelta a la tarea!
Nos queda la satisfacción que el coronavirus no se atreverá a traspasar la empalizada de nuestro polipropileno.
Además van trufadas del algún PADRENUESTRO insistiendo: «que nos libre del mal» .
Y otro dato estupendo. Algunas adheridas a la causa, apenas nos conocíamos… y gracias a las dificultades compartidas por WhatsApp, ha brotado tal relación, que estamos ilusionadas por vernos las caras y compartir más que un café, juntas… en cuanto podamos salir de casa
Un granito, no más.
«Un grano no hace granero. Pero ayuda a su compañero»
Teresa Zugazabeitia FI