Siguiendo con los acontecimientos fuera del aula sinodal, el jueves temprano hicimos una peregrinación de 6 kms. un buen grupo de sinodales al que se unió un centenar de jóvenes italianos. En total éramos unas 300 personas caminando. Nos dimos cita junto a la Casa de Santa Marta y recorrimos la Via Francígena; las noticias de peregrinos que recorrían esta Vía se remonta al siglo IX d.C. El tramo que hicimos permite atravesar una parte de la Reserva Natural de Monte Mario, que se extiende sobre un promontorio de 139 m. de altura, convirtiéndose así en el más imponente de la zona de Roma. En el Medioevo los viajeros lo llamaban Mons Gaudii, a la sensación de asombro que experimentaban cuando el sendero, dejando el bosque, se abría a un panorama que permitía ver por primera vez la cúpula de la Basílica de San Pedro.
Fue esa también nuestra sensación, porque el día no podía ser mejor: sol espléndido y una temperatura otoñal calentita que nos permitió disfrutar mucho el contacto con la naturaleza; hicimos dos paradas con breves momentos de oración y silencio y el último tramo, ya en ciudad, nos llevó a la Basílica; antes de entrar hicimos la oración final y en la tumba de Pedro la confesión de fe recibida por el Papa y después la eucaristía en el Altar de la Confesión, donde el Papa participó sin presidir, lo hizo el secretario del Sínodo, Mons. Baldisseri y la homilía estuvo a cargo de Mons. Fisichella, responsable de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, de quien partió la idea de esta Peregrinación.
El sentir común era la alegría por esta iniciativa tan acertada por varios motivos: haber podido caminar por la naturaleza después de tantas sesiones encerrados en el aula, caminar juntos personas de tanta diversidad en edades, procedencias, historias, con ritmos distintos, dándonos la mano en los tramos de dificultad, sosteniéndonos en las subidas… excelente imagen de la experiencia sinodal y de la Iglesia misma.
Terminar en San Pedro fue un precioso colofón para hacernos más conscientes, -hablo en primera persona pero lo escuché a mi alrededor- de la realidad de nuestra iglesia; pronunciar el “creo en la santa iglesia católica” ,“ésta es la fe que profesamos”, delante del Papa y de tantos obispos del mundo, fue una experiencia espiritual muy fuerte; quiero seguir creyendo y perteneciendo a esta iglesia en su realidad pero soñandola mejor!
Con tantos acontecimientos parece que ya estamos fuera del aula; ni mucho menos; han sido días muy intensos de preparar el proyecto para el documento final desde una comisión nombrada a tal efecto, pero con las aportaciones de todos y todas a través especialmente de expertos y expertas que con nuestros secretarios especiales coordinando todo, fue presentado por ellos mismos tuvimos un tiempo de estudio y otras sesiones largas también, de escucha de enmiendas.
El sábado durante todo el día se procedió a la votación de los 167 números de dicho proyecto uno por uno para su aprobación y entrega al Papa. Esperamos y deseamos que mientras llega la Exhortación que quiera darnos, que se vayan preparando cauces de pedagogía y metodologías necesarias para su adaptación a los diversos contextos. De lo contrario el documento final, corre el peligro de quedar archivado; que no sea, como él mismo dijo en una ocasión: “que leen pocos y critican muchos”…
Ya sabíamos desde el comienzo que el documento preparatorio estaba destinado a morir, era un documento mártir, y si no ha muerto ha sido muy cambiado, prácticamente se han recogido las aportaciones presentadas a lo largo de todo el proceso, sea en el aula que en los grupos por lenguas; en conjunto ha resultado un documento donde nos reconocemos: se incorporado temas y situaciones vitales que han ido tomando cuerpo a lo largo de los días y durante tantas sesiones de escucha y de trabajo.
Ojalá que tengamos la creatividad necesaria que permita caminar a la iglesia en conjunto, animada por sus pastores con inclusión de toda diversidad, fuerte en la comunión para actuar a la luz del Espíritu que va más allá de la ley y las normas, para ser el verdadero puente que nos acerque a Jesús y su evangelio.
La eucaristía de clausura me ha supuesto una experiencia espiritual muy intensa; una profunda acción de gracias por este gran regalo y por recibir el amor de Jesús que me sostiene y me ayuda a traspasar la realidad de su iglesia; la homilía del Papa ha puesto palabra de vida a nuestra existencia, desde la luz de la otra Palabra. Después en los claustros largo rato de abrazos y besos expresando la fuerte vinculación que se ha creado en este mes.
La carta a los jóvenes me hizo pasar por el corazón los rostros de todos los participantes en el Sínodo y a través de ellos otros tantos del mundo, conocidos o no, pero que son presente hacia futuro.
Todavía mañana nos espera otro encuentro en la UISG para religiosas, tanto de modo presencial como a través de Internet; será ocasión de dar la experiencia de primera mano vivida por las religiosas que hemos participado, pero ya no quiero demorar esta entrega última.
No puedo terminar mis crónicas sin agradecer tantos mensajes de apoyo y cercanía recibidos y a los que no puedo responder de modo personal. Que esta misiva sea el medio para deciros “gracias”. Me he sentido muy bien acompañada, de cerca y de lejos y eso da una fuerza increíble para permanecer con ilusión y esperanza, poniendo una pequeña semilla que se multiplicará porque otros y otras riegan, abonan, cuidan… para que se convierta en árbol.
¡¡¡Gracias de nuevo y seguimos unidas para vivir el desafío del post-Sínodo!!!.
María Luisa Berzosa fi
Roma, 28 de Octubre 2018