Carta nº 372 Abril 1909
“Bendito sea Dios por todo…. Dios nuestro Señor proveerá y dispondrá”
De nuevo en manos de Dios, de nuevo confianza en Dios que proveerá. Y cuando esto es así, cuando se vive con la intensidad como lo vivía la M. Cándida, es cuando la vida gira y cambia. Bendito sea Dios por todo, por lo que entiendo y veo y por lo que no entiendo y confío. Vivir así es una osadía ante los que piensan que Dios no está ahí siempre, es (jugando casi con las mismas sílabas) una odisea, una aventura maravillosa, un camino que recorrer. Donde Dios siempre acompaña.
Y cuando confías, te encuentras con las palabras de Pablo, que ayer en una de sus cartas contaba esto:
“Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Hay veces que el árbol parece que se tumba, que los problemas y circunstancias lo doblan, pero no se rompe, aunque no sea un junco. Hay árboles que, a pesar de todo, siguen vivos, siguen creciendo y aportando nuevas vías de vida. Esto es lo que me sugirió la foto que acompaña esta perla. Me gustaría no olvidarlo, me gustaría tener la fuerza para empujar a ramas nuevas a tomas caminos diferentes. Y ¡cómo lo puedo hacer? Pienso y sé que sólo no puedo, pienso y sé que si sólo confío en las ramas, este árbol ya estaría cortado en troncos pequeños hace bastante tiempo. Pero pienso y sé que la clave, el secreto, está en sus raíces, en la fuerza de sus raíces. Dios provee y Dios dispone.
Siempre lo he dicho, que es fácil bendecir cuando todo sopla a favor, cuando las cosas van de lujo. Así es fácil bendecir. Pero cuando el viento sopla al revés de cómo tú quieres, o simplemente deja de soplar, es cuando bendecir es menos fácil. Es cuando saber que Dios está ahí ayuda a levantar la cabeza y a animar el corazón.
Bendito seas Dios por todo, pues cuando todos fallan, tu sigues ahí. Bendita sea tu forma de proveer, aunque a veces no la entienda. Y bendita sea tu forma de disponer.
Hoy también tengo palabras de agradecimiento porque una llamada te puede alegrar el día, como me ocurrió la semana pasada, y Dios siempre dispone. En Él confío y por Él escribo.