58. Estarán en una entera dependencia de la maestra Primera, dándole cuenta en los días determinados con rectitud de corazón, sencillez, recibiendo sus consejos como un deber y obrando bajo sus órdenes, principalmente en las dificultades imprevistas y cuando crean necesario imponer penitencias extraordinarias.
En este consejo, en la última semana de cuaresma, pensando ya en el domingo que viene donde las palmas y olivos se convierten en protagonistas de las calles, en expresión de un sentir, nos encontramos con un nuevo consejo de la M. Cándida que nos abre la puerta para cerrar esta etapa cuaresmal y abrir la intensa Semana Santa. Dentro de este consejo descubro dos ideas que pueden ayudar. La primera es “rectitud de corazón” y la segunda, tantas veces repetida por ella, es “sencillez”. Entre las dos podemos encontrar las claves para vivir este tiempo que se acerca.
Obrar con rectitud de corazón es algo más que hacer lo legal, lo puramente legal. Es poner el corazón en marcha con la única dirección de la verdad, de esa rectitud que nos hace descubrir a las grandes personas. Y en este descubrimiento es donde encuentro la segunda clave, la sencillez. No hay grandes personas prepotentes, egoístas, altaneros, soberbios, carentes de sencillez y humildad. Incluso cuanto más sencillo, más grande. Y es ahí donde descubro la grandeza de la M. Cándida. Se puso al servicio de las primeras cinco hermanas y con una humildad, que a veces impresiona, se puso como una de tantas a dirigir la Congregación como Superiora General. Se puso a escribir con su vida cómo debían de ser sus Hijas. Predicar con el ejemplo es una forma fundamental de enseñar.
La vida nos pone en jaque con innumerables ocasiones donde podemos elegir cómo actuar, como responder y, reconozco, que no siempre me acerco a lo que la M. Cándida les decía a sus hermanas y nos dice a todos hoy. Mucho me queda por andar. Pero he decidido seguir por ese camino.
Ayer el profeta Jeremías nos habla de la alianza de Dios con su pueblo, con nosotros. De la gran alianza de un Dios que cumple su palabra, de Dios que dice:
“Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”
“Porque todos me conocerán cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados”
Porque nuestro Dios es un Dios de misericordia, es un Dios que nos ama y nos conoce, y sabe que luchamos y caemos, y sabe que nos levantamos, y sabe que cuando no podemos levantarnos tenemos al hermano que se acerca y te dice: ¡arriba!, ánimo, que Dios nunca abandona, que Dios cuida de nosotros y quiere que sigamos.
Y por eso, en el salmo, le pedimos que nos dé un corazón puro, un corazón recto, que nos renueve por dentro, que nos devuelva la alegría. Me suena a carisma conocido.
Y es Juan el que me lleva a una canción ya compartida. La muerte no es el final del camino. Con ella me quedo, con la esperanza, con la confianza y la alegría de saber que no somos carne de un ciego destino.
Feliz última semana de cuaresma y feliz Domingo de Ramos. Que las palmas y el olivo sean expresión de lo que llevamos por dentro, porque como dice un folleto de esta Semana Santa: “Orar con las imágenes”, con los signos, es una fenomenal manera de orar.