57. Para conseguirlo pedirán a Dios en la oración espíritu de celo, de mansedumbre y humildad, siendo además vigilantes y activas, prudentes, firmes y llenas de tierna caridad.
Hoy la M. Cándida nos ofrece uno de esos consejos que hay que leer despacio y varias veces. Habla de objetivos, habla del objetivo principal, el de enseñar. Y nos dice con claridad que no nos alejemos de la oración, que nos acordemos de pedir en la oración por nuestros alumnos, por sus familias. Y como las fuerzas fallan hay que pedir que no nos falte el celo y la mansedumbre, en palabras de hoy, que no nos falte el cuidado e interés, y todo ello con la suavidad en el carácter que haga lograr lo que pretendemos. Añade la M. Cándida la humildad, la sencillez para reconocer la realidad, la forma de hacer.
Hay una segunda parte en este consejo muy importante porque va directamente a la persona, al cómo ser. Y ahí es donde nos pide vigilantes (atentos), nos necesita activos (con ganas de dar lo mejor de nosotros cada día que cruzamos el umbral de la clase). Nos pide ser prudentes, mordernos la lengua con comentarios inapropiados, cuidar lo confiado. Además, nos habla de firmeza, que va en plena sintonía con todo lo anterior, y llegamos al final donde nos pide ser personas de tierna caridad, de extrema sensibilidad para descubrir dónde y cómo hacer ese tipo de caridad sin altavoces.
A modo de resumen:
Se trata de “poner a Dios en la cumbre de nuestras alegrías”, aunque hayamos pasado por un destierro lejos de Dios, como nos recuerda el salmo de ayer, el 136. Porque cuando Dios se convierte en la cumbre de nuestras alegrías la vida se transforma, nuestros intereses cambian, la visión sobre el futuro se llena de esperanza, porque no se trata de hacer cosas distintas sino de hacer lo mismo de esa perspectiva, aunque sabemos que para los demás serán cosas distintas, pero lo que importa de verdad es que salen de ese convencimiento de Dios como cumbre de nuestras alegrías. Ahí está la clave, ahí debe estar el origen de nuestro hacer.
Seamos de esas personas que hagamos obras nuevas desde la fe, desde ese don recibido que Dios ha puesto en nuestras manos.
Seamos de los que, como nos dijo Juan ayer, reconocemos a Cristo como luz del mundo y de aquellos que se acercan a la verdad sin miedo a que la luz destape lo que los ojos no ven, sin miedo a que, si algo se destapa desde la luz de Dios, tengamos la capacidad de pedir perdón y confiar en su misericordia.
Hagamos de nuestra vida un aprendizaje de la naturaleza, donde la primavera nos enseña que cada año vuelven a brotar la flores que más tarde darán su fruto. Hagamos de nuestra vida una nueva oportunidad de florecer, de aportar aromas nuevos, de aportar nuevos frutos con nuestras obras. Porque, como cada año, como cada día …salió el sembrador a sembrar y …
Buena semana, buena cuarta semana de cuaresma. Y muchas felicidades a todas las personas que celebran su santo o el día del padre o ambas, el viernes 19. Feliz día de S. José.
Feliz primavera.