Carta nº 358 septiembre 1908
“Ya ve con qué confianza le hablo, para que sepa que la quiero y que puede venir con toda libertad como a su misma casa; pero no tendrá las comodidades que desearía y yo quisiera proporcionarle, pues como sabe, en una casa religiosa no se puede.”
Empezamos el mes de mayo, mes especial por donde lo mires. Un mes donde María, la Madre de Jesús, se hace presente en todos los rincones, en todas las ocasiones, en muchos pueblos y ciudades.
Un mes de celebraciones, de flores, de ilusión y de apertura a lo que viene. Además, de forma especial, es un mes diferente para mí porque, si Dios quiere, nacerá en este mes el primer nieto de la casa: Mateo, hijo de Mario y Marta. Hay mucha ilusión y mucha confianza. También muchas peticiones para que la Virgen cuide estos últimos días y esos últimos momentos.
Es un mes donde las fotos de las cinco perlas de mayo irán acompañadas de cinco rostros de María. Y para ello pido ayuda a quien pueda enviarme una imagen del rostro de María para que entre todos podamos iluminar con lo importante, las palabras que acompañan los cinco lunes de este mes son secundarias. ¿Dónde? Pues muy fácil, al correo siguiente: antoniograusaez@gmail.com Con mucho gusto e ilusión las iré poniendo. La primera la aporto yo, ya que no me ha dado tiempo a avisar.
La perla de hoy habla de cariño, de cuidado y de confianza e incluso me atrevo a pensar que María diría estas palabras a alguien que necesitara visitarla. Da igual la razón. Seguro que acogería con esa libertad con la que habla la M. Cándida, porque esa es la auténtica forma de entender cómo tenemos que actuar. Abrir los brazos de lo que somos y tenemos, sin forzar ni aparentar, sino siendo tal como somos. Y se me ocurre que puede ser un buen reto para este mes. ¿Por qué no? Un buen reto para ser acogedores como María. A veces andamos preocupados por qué ofrecer cuando quien viene sólo quiere lo que somos. Suficiente es suficiente.
Y así empezamos el mes, con la celebración de San José Obrero y con el eco del precioso evangelio de ayer donde Lucas nos contaba el relato de Emaús. Es uno de los pasajes del evangelio que más me gustan y que más recuerdo siempre. Jesús siempre se queda con nosotros. En aquella ocasión fueron ellos quienes le pidieron que se quedara con ellos. Hoy, y todos los días, es Jesús el que nos invita a la fracción del pan, al encuentro donde el corazón arde y los ojos se abren, donde descubrimos algo nuevo que nos alimenta para el camino.
Vivamos este mes con confianza como lo más importante que podemos tener, porque sin confianza moriríamos.