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20 marzo, 2017
«Soy católico y voy a Misa»
20 marzo, 2017

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA 352

Carta nº 352     abril 1908

“Dios nuestro Señor le conceda algún alivio. Que Dios le dé mucha paciencia y resignación”

 

Cualquiera de las perlas de la M. Cándida tiene fuerza, no tanto por lo que dicen sino por algo sencillo que se encuentra en el evangelio de ayer. Juan nos cuenta el encuentro de Jesús con la samaritana en el pozo de Jacob. Muchas veces me he quedado con la parte del agua, con la primera parte donde la samaritana se asombra al escuchar a Jesús. Y muy bien.

 

Hoy quiero unir un trozo de la segunda parte con la vida de la M. Cándida. Y quiero unirla desde el convencimiento y la fuerza que se descubre detrás de sus palabras sencillas y normales. Me refiero concretamente al párrafo donde Juan escribe “… creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer” Y me quedo aquí un rato pensando en la fuerza del testimonio para hablar del mensaje de Jesús. Y sigo pensando en la fuerza del testimonio de la M. Cándida allá por 1869 y sobre todo ese invierno de 1871.

 

Imagino transcurridos unos años. Ya la Congregación en marcha y en esa madurez uno otro párrafo de Juan: “… Ya no creemos por lo que tú nos dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo”. Creo que no hay segunda parte sin una buena primera parte.

 

Así es el evangelio, así es su palabra, viva y actual, como la de esas personas cuya vida fue ponerse en manos de quien se habían fiado. Y es cuando vas descubriendo que poco a poco su vida se va acerando cada vez más al evangelio hasta casi identificarse, o su vida se va separan del de él hasta aparecer como irreconocible. Este es el mensaje de autenticidad: el testimonio. Es como hablar de alegría y sonrisa y llegar todos los días al trabajo con unas caras y una actitud que nada tiene que ver.

 

Dios siempre concede alivio en las tribulaciones, en los momentos duros de la vida. Y es cuando en esos momentos debemos tener paciencia para saber entender ese lenguaje duro y serio que tanto cuesta traducir, pero que a la vez tan poco le cuesta traducir a otros.

 

Este es el camino de la cuaresma, un camino de entender el sentido de estos cuarenta días y descubrir donde nos llevan.