Vale, a ver. Hoy la cosa va de milagros. Mañana es mi último día completo en Pemba. Ayer terminé todo el trabajo que tenía que hacer aquí y las hermanas hoy me han regalado una excursión a la playa. Inciso: una playa kilométrica en la que solo estábamos nosotros. Aquí en Mozambique estos meses estamos en la «estación seca», que, como su propio nombre indica, es una estación en que el porcentaje de lluvia se aproxima al cero absoluto.
Como decía, la cosa va de milagros. Si había algún día bueno para llover, era hoy. Que llueva en un país donde el abastecimiento de agua es un problema serio durante la estación en que no llueve, es un bonito milagro. Y, además, refresca un caluroso día a la orilla del Índico. Todo ventajas.
Además, esta noche hemos cenado pizza todos juntos -las hermanas y los padres Pasionistas-. Milagro de poder compartir mesa con las personas que me acogen como si fuera de la familia.
El tercer milagro es interno. Cada vez me queda menos para volver a ser «de aquí, de Madrid», pero ya con otros ojos. Porque aquí se aprende mucho. Y aprender es un milagro bien grande.
Pablo M. Ibáñez
(@Blitomi)