Ocho días después de su nacimiento el hijo de María recibió el nombre de Jesús, que significa Salvador, como lo había ordenado el ángel Gabriel antes de que María concibiera. El Evangelio menciona la razón de ser de dicho nombre: «Porque va a salvar a su pueblo del pecado». Jesús iba a obrar la Redención con los más atroces sufrimientos, «humillándose –dice San Pablo– no sólo hasta la muerte sino hasta la muerte de cruz. Por ello Dios lo exaltó (…) y al nombre de Jesús se doble toda rodilla».
La fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, instituida en el año 1721, es la fiesta titular de la Compañía de Jesús. Durante un tiempo no tuvo hueco en el Misal Romano hasta que fue restablecida por San Juan Pablo II. «Al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre». (Flp, 2, 10-11).