Hay experiencias que dejan un buen sabor de boca, y otras que lo que dejan es un regusto extraño. Las hay que dejan directamente un gusto amargo, como de metal oxidado…
Hay personas saladas, que ponen sal y picante a la vida, que la aderezan con mil especias; en cambio, otras, se me antojan sosas, sin sabor a nada, aguantando la rutina…
Hay historias bien cocinadas, aderezadas y salpimentadas, que dan emoción a la vida, que abren mil posibilidades de futuro. Y hay historias planas y simples, como una verdura cocida solo con agua, cuyo único objetivo es dar soporte a una vida vacía y sin alicientes.
Hay gente a quien le falta un hervor, o una cochura… y otras que aunque tiernas, sin hacer, prometen mil sabores extraordinarios. Las hay que se muestran hechas, en su punto, regalo hecho menú para ser degustado en compañía.
Hay paisajes humanos que saben a derrota, a batallas perdidas, a futuros inciertos. Y los hay que anticipan dulces sueños, sabrosas viandas para enriquecer el camino.
Somos sabores y saboreadores… somos ingredientes y comensales… somos gusto y gustamos… ¡Hagamos de la vida un buen banquete!
¿Gustas?
Beatriz Neff, FI