Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, no para. Tras la celebración del Jubileo de la Misericordia, cuya organización recayó en su departamento, ahora está inmerso en la preparación del sínodo que el Papa ha convocado sobre jóvenes para octubre de 2018 y, antes, en la organización de la Jornada Mundial de los Pobres, que tendrá lugar el próximo mes de noviembre. Entre medias, acompañará al Papa Francisco en alguna que otra sorpresa.
De viaje en Barcelona para participar en un simposio organizado por el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) sobre el acompañamiento a jóvenes, atendió a Alfa y Omega. Afable y cercano, miró hacia atrás para hacer balance del Año de la Misericordia: «Todos los obispos, en todo el mundo, hablan de una experiencia extraordinaria de Dios. Ahora que ya ha pasado se puede decir realmente que el Papa tuvo una intuición profética». Reconoce que el tema de la misericordia estaba dentro de todos los fieles, pero que no se había puesto de manifiesto, sacarla afuera, algo que sí ha conseguido la convocatoria del Papa.