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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 367

Carta nº 367 enero 1909

“Dios nuestro Señor nos guarda, y tenemos que darle muchas gracias y ser muy buenas, vivir siempre preparadas para cuando Dios nos llame, pues en un momento nos morimos, y ¡ay! sería muy triste presentarse en el tribunal del supremo Juez sin estar preparadas”.

Un nuevo curso comienza y una vez más la M. Cándida se hace presente con sus palabras de ánimo:
“Dios nuestro Señor nos guarda”
Dios nuestro Señor guarda nuestros pasos, guarda nuestro nuevo curso y nos abre la oportunidad de seguir creciendo. Nos abre un espacio nuevo para aprender de los errores, para mejorar aquello que hacemos con pasión o para poner pasión a aquello que hacíamos con resignación. Y cuando Dios nos guarda ¿qué podemos temer? ¿A quién temía la M. Cándida cuando se sentía guardada por Dios?

Leyendo de nuevo la perla de hoy veo el continuo agradecimiento de la M. Cándida a Dios, su renovada confianza en cada uno de los acontecimientos de su vida. Dios presente en la vida. Por eso hoy quiero compartir una noticia de este verano: ha nacido mi nieta Aitana. Dios nos ha bendecido con dos nietos desde mayo. Mateo y Aitana han traído alegría renovada. Faltan palabras para dar gracias a Dios y faltan palabras para expresar los sentimientos que Aitana ha producido a final del verano. Son dos razones más para vivir. Son razones para volver a descubrir qué es principal y qué es secundario. Y, de nuevo, el evangelio aporta luz:

“Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?”

La vida nos presenta oportunidades nuevas cada día, como cada curso nuevo, con lemas nuevos, con canciones nuevas, con pensamientos y propuestas nuevas. Lo importante es tener la certeza de que, en ese maremágnum de acontecimientos, Dios esté presente, nuestra confianza esté puesta en quien sabemos que nunca falla. Eso es lo importante.

Por eso hoy sólo lanzo palabras de agradecimiento y confianza, palabras que animen a caminar, palabras que impulsen acciones importantes y compromisos valiosos.

No hay gloria sin esfuerzo. Los acontecimientos llegan después del esfuerzo y, a veces, después de la cruz. De los que se dice que han llegado a la “gloria” llevan detrás muchas horas y muchas renuncias, pero sobre todo muchas decisiones que le han ayudado a llegar. Intentemos luchar por aquello que creemos, intentemos creer y crear. Y durante ese camino intentemos no ser piedras que sean obstáculos para los demás.