Carta nº 350 abril 1908
“…muy de veras se encomienda en sus fervorosos mementos y oraciones, pide su paternal bendición…”
Desde el miércoles pasado donde iniciamos el mes con la imposición de ceniza, vamos dando pasos en estos cuarenta días llamado Cuaresma. La M. Cándida insiste una vez más en la oración. Hagamos una buena Cuaresma donde nuestros propósitos no sean virtuales. Hagamos una Cuaresma de verdad donde nuestras manos se impliquen completas, no solo nuestras yemas de los dedos.
Hoy, como tantos, es un buen día para descubrir que la oración por los demás no es banal ni efímera, sino importante y eterna.
Y hoy es uno de esos días donde escribir me cuesta, la fiebre y el malestar han querido hacer una visita breve pero intensa.
Pido por todos los que en esta Cuaresma se lo toman en serio, por los que significa un cambio en sus vidas y por todos los que supone un paso más.
Afrontemos las tentaciones como Jesús las afrontó, con valentía y agarrado a lo más íntimo y verdadero, porque tentaciones ha habido, hay y habrá, y son terrenos duros de caminar, son desiertos externos e internos, pero sabemos dónde está la fuente de agua vida.
Buena Cuaresma y nada virtual