Carta nº 346 febrero 1908
“… la humidad, la obediencia, caridad y todas las demás virtudes que con su ejemplo nos enseñan (María y el Niño).
Hoy recuerda la M. Cándida una palabra que, consciente o inconscientemente, se está olvidando, devaluando: virtud. Hablar de virtudes de la persona parece que suena a trasnochado, a rancio, a pasado. Hoy nos viene a la vida tres virtudes que sólo hacen que uno sea más feliz. Pero el camino no parece sencillo.
Ser sal y ser luz, como nos recordaba Mateo ayer, no es fácil. Ese es el camino de las virtudes, porque para ser sal y luz hay que ser humildes, obedientes y caritativos. La M. Cándida conocía el camino e imagino que, como a cualquiera, unas veces seria llano y otras vendría cuesta arriba. Pero la diferencia entre personas es que unos no ven luz ni salida y otros siempre saben que hay Dios que cuida a pesar de no verlo, que siempre hay una luz que te anima y de invita a seguir dando pasos.
“Humildad es olvido de uno mismo; no es mujeres guapas intentando creer que son feas u hombres inteligentes tratando de convencerse de que son tontos. Humildad es una mujer bella consciente de su belleza, pero a la que no da excesiva importancia y en la que no se recrea, y a la que no utiliza para esclavizar a quienes le rodean.
Humildad es considerar, a ser posible, no más de un segundo, los propios valores y las propias realizaciones y quedarse luego tan contento como si fueran de otro. Y esto no es una técnica: es objetividad. Porque todo nuestro talento es prestado. Y nadie puede enorgullecerse del preciado automóvil que la generosidad de una migo nos permite conducir”. Carlos Díaz.
Siempre me parecen grandes las coincidencias de la M. Cándida con el evangelio. Siempre son muy coincidentes, como no puede ser de otra manera. Pero en este caso me quedé sorprendido cómo Mateo y M. Cándida hablan de lo mismo, hablan del ejemplo, hablan de esas cosas que no se pueden guardar bajo del celemín. Me refiero a lo que cuenta Mateo: … para que vean vuestras buenas obras” y lo que dice la M. Cándida. “…que con su ejemplo nos enseñan”. Y me refiero a esta coincidencia porque a veces nos volvemos locos para saber cómo podemos hacerlo bien o mejor, y la respuesta la tenemos muy cerca.
Me permito otra coincidencia entre la M. Cándida y Santa Águeda. Ayer celebramos en mi pueblo la Romería de Santa Águeda y descubrí a una mujer que dijo solo para Dios ante quienes le torturaron. Que sus intercesiones nos sirvan para dar buen ejemplo.