Escucha mi voz en tus entrañas – por Silvia Rozas
23 enero, 2017
11 de marzo: Encuentro Familia Madre Cándida
30 enero, 2017

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 345

Carta nº 345     febrero 1908

“Dios le dé alivio y mucha paciencia para sobrellevar todo por su amor”

 

Dios siempre alivia cualquier sufrimiento o peso que la vida nos pone en el camino. Y alivia porque siempre está a nuestro lado. Y junto al alivio nos ofrece la virtud de la paciencia. Juntos forman un buen coctel para sobrellevar lo que nos venga por delante, sea lo que sea.

 

Es difícil sobrellevar las cosas que la vida nos va poniendo por delante. Es así. Pero eso no es lo importante. Lo realmente importante es la actitud con la que afrontamos esos obstáculos. Recuerdo el video del niño indio que ante las miradas de los demás se pone a levantar un enorme tronco que le impedía el paso. Siente la necesidad y siente la fuerza para hacerlo. No piensa que no puede hacerlo. Y provoca la reacción de la unión para juntos levantar el tronco. Eso es lo importante: la actitud, eso es lo que hace que se contagie lo que llevamos por dentro.

 

No sé lo que el niño del anuncio llevaba por dentro, no sé lo que realmente le empujó a intentar levantar el árbol. No lo sé. Pero lo que sí que sé es lo que empuja a tanta gente a superar obstáculos en su vida y a ayudar a superar troncos de cada día: el amor de Dios. Esa es la fuerza que rompe barreras y levanta árboles. Esa es la fuerza que hace fundar colegios y atender migrantes con la misma intensidad y pasión. Esa es la fuerza que nos hace sonreír por la mañana a pesar de todo, esa es la fuerza por la que perdonamos y esa es la fuerza que transforma nuestra vida.

 

Un chino tenía un caballo. El caballo se le escapó, Los vecinos fueron a darle el pésame. ¿Quién dice que sea una desgracia? Les contestó el chino.

En efecto, a la mañana siguiente el caballo vino trayendo una yegua salvaje. Los vecinos le felicitaron. ¿Quién dice que sea una fortuna?, respondió el chino. A los dos días su hijo primogénito, montando la yegua, se cayó y quedó cojo. Los vecinos expresaron su dolor. ¿Quién dice que es una desgracia? Preguntó el chino. Al año siguiente hubo una guerra en el país. El primogénito, por estar cojo, no tuvo que alistarse en el ejército.

¡Cuántas veces los juicios apresurados impiden ver más alto y más lejos!

La paciencia es esa mirada que aguarda algún no- visto e imagina algún no-lugar. De ahí le viene a la paciencia su capacidad para tejer u-topías (no-lugares) y u-cronías (no-tiempos). Y de ahí también la extraordinaria vecindad entre la modesta paciencia y la modesta esperanza.” Carlos Díaz

 

Que Dios nos siga dando el alivio y la paciencia que necesitamos y nos haga descubrir que su amor es la fuerza que transforma nuestro corazón y nuestras manos y que las bienaventuranzas que nos contó Mateo ayer sean el camino.