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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 343

Carta nº 343     octubre 1907

“Anímese y no esté triste, porque la tristeza quita el gozo espiritual y no deja hacer las cosas según Dios manda”

 

Que bien vienen estas palabras de la M. Cándida cuando uno tiene razones para estar triste, cuando la esperanza se ve empañada con la tristeza, pero a la vez sabiendo que al final brilla la esperanza por encima de todo.

 

El jueves pasado falleció mi suegra. Una mujer sencilla y atenta. Desde hace ya muchos años nuestras vidas se cruzaron y ha sido un camino de cuidados mutuos. Al recordarla con todo el cariño, la recuerdo como una buena mujer, como una de tantas personas que, con sus pocas palabras, decía todo lo que había343 que decir y con sus silencios también se le entendía. Era de esas personas a las que les gustaba disfrutar de los momentos aun cuando fuesen con pequeñas cosas, con pequeños detalles.

 

Hoy M. Cándida hablas de ánimo y tristeza y nos alientas para que no sea la tristeza la que nos quiete el gozo espiritual, la alegría interior. Cuánta razón hay en tus palabras y que buen horizonte planteas para que sigamos caminando por la senda que marca Dios. Esa senda que indica que el camino que tenemos que seguir es el de la confianza en Dios, el de la alegría de la resurrección, el de la seguridad que ella está contigo. Porque la bondad es cosa de Dios. Porque las buenas personas tienen un destino seguro que es el cielo.

 

Así haremos. Tomaremos ánimo para seguir dando pasos cada día, y dejaremos que el tiempo vaya curando las heridas que supone un adiós

 

Intentaremos mantener la alegría interior sabedores de que eso es lo que nos mantiene capaces de entender lo que aparentemente no es tan fácil de comprender. Y así empezaremos este año, confiados en tu misericordia, confiados en ese Padre que nunca abandona a sus hijos.

 

Porque “aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la resurrección”. Porque, como dice Carlos Díaz; “Hogar es la casa donde uno es esperado”, ahora tu hogar está lejos de nosotros, pero está con Dios, porque Él es Padre que siempre espera con los brazos abiertos. Y el jueves los abrió para ti.