Carta nº 337 Julio 1907
“Dios nuestro Señor les dará fuerzas y gracia para sobrellevar tantos trabajitos como se digna enviar a los suyos, y Él no las abandonará nunca, consolándolas en su gran tristeza”
Hoy es uno de esos días donde los acontecimientos pueden llegar a superar la propia perla. El lunes pasado no entendía la perla muy bien, no sabía cómo trasladar eso que la M. Cándida decía a las teclas de mi ordenador. Ahora lo entiendo todo, es como si una luz apareciera e iluminara esa zona. Y entiendo mejor por qué escribí esto:
Lunes 28 de noviembre: “Hoy la perla nos habla de esperanza, que es una de las actitudes del Adviento. Cuando alguien nos falta tengamos la seguridad que tenemos una intercesión más en el cielo, una ayuda para descubrir aquello que nos puede parecer nublado, una ayuda que nunca nos abandona y que siempre rogará por nosotros para que podamos descubrir esa luz. Es un rayo de esperanza para pensar que esto no acaba aquí, y que mientras estamos aquí debemos ser testigos de esa esperanza, como lo fue la M. Cándida para tantas personas”.
Cuatro días después fallece Petra.
Y hoy la M. Cándida nos habla de confianza ante estos hechos, nos habla de fuerza y gracia y, sobre todo, nos habla de que Dios nunca abandonará y siempre consolará. Todo se une en mi cabeza y lo primero que me brota es agradecer. Dar gracias por entender que el consuelo es Dios, que la esperanza es una realidad, que la vida eterna está ahí. Pero a pesar de saberlo, la cabeza no llega a asimilar tanto acontecimiento. 2 de diciembre será una fecha que quedará grabada a fuego en muchos de nosotros y en el Colegio de Jesuitinas de Murcia. Santa María de la Paz tiene intercesores en el cielo que lo ayudan, pero el 2 de diciembre, la vida ha querido unir a dos con los que compartí algo más que pasillo: Manolo y Petra. Manolo nos dejó un 2 de diciembre de hace tres años y Petra nos dejó otro 2 de diciembre.
Y hoy seguimos hablando de esperanza, de consuelo, de seguir caminando con un poco de tristeza y el corazón lleno de consuelo. No los olvidaremos. Cada uno aportó lo que tenía mientras compartimos suelo.
Desde luego, M. Cándida, que hay trabajillos que son más duros que otros, pero sabemos que contamos con la fuerza de Dios.
De Petra podría estar escribiendo muchas líneas. Antigua alumna de Jesuitinas en Murcia, Hija de Jesús y sobre todo una persona alegre, amiga, siempre disponible, atenta a realidades nuevas y a proyectos nuevos. Me quedo con los ratos que juntos compartimos siendo ella Titular y yo Director, esos ratos de reflexión, proyectos y decisiones, de reparto de trabajo, de complicidad y de risas y llantos.
Pero hoy quiero dejar hablar a la M. Cándida, ya que ha querido estar en estas fechas diciendo palabras de consuelo: Él no las abandonará nunca. Sintamos la cercanía, el abrazo, la sonrisa de los que nos preceden, interceden y ruegan por nosotros.