Fue el periodista Manuel Campo Vidal quien la bautizó como Sor Innovación hace unos años. Esta religiosa de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, además de licenciada en Filosofía y Letras, técnico superior en Imagen y Sonido, y máster en Psicología y Gestión Familiar, fue la primera en implementar en la década de los 90 en el colegio Montserrat de Vallvidrera (Barcelona), donde era directora, un sistema educativo basado en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner. Este psicólogo, Premio Príncipe de Asturias 2011 de Ciencias Sociales, sostiene que existen ocho tipos diferentes de inteligencias (lingüístico-verbal, lógico-matemática, viso-espacial, musical, corpóreo-cinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista), en contraposición al paradigma de la inteligencia única. Su implementación, motivada por el alto índice de fracaso escolar, se extendió al resto de centros de la congregación con muy buenos resultados, como el colegio Nazaret, en Los Realejos.
-¿Por qué no se aplica este sistema en todos los centros?
“Ahora se aplica en muchos, o al menos hay un planteamiento teórico. Los cómos es lo que se tiene que definir, porque cada institución tiene que saber adaptar la teoría a su pedagogía para sacar lo máximo de cada alumno”.
-Algunos colegios también lo hacen de manera parcial, ¿el resultado es el mismo?
“Nosotros no entendemos un aula con determinado proyecto, sino que todo el centro sea un único sistema para afrontar el cambio, que genere una manera de concebir al alumno y de trabajar donde su aprendizaje esté totalmente contextualizado”.
-¿El cambio no debería empezar por los profesores?
“Los profesores son los protagonistas, no tanto en cuanto a la transmisión del conocimiento, sino a generar las condiciones para que se produzca. Cuando un alumno es capaz de captar que el colegio además de matemáticas y lengua le da confianza y cariño, es un síntoma de que el centro va bien. Pero este es un trabajo conjunto, ningún profesor puede trabajar solo. El trabajo conjunto, el aprendizaje cooperativo, es lo que genera el entusiasmo grupal y un buen ambiente en el centro. El alumno es protagonista porque es el centro del aprendizaje, pero el profesor hace que ese protagonismo sea real si ve que ilusiona con el proyecto. Caso contrario, cae en la rutina de hacerles coger el libro e indicarles la página que deben abrir”.