Quiero pensar que todos los docentes nos evaluamos y empleamos los datos obtenidos de manera habitual o esporádica para la mejora de nuestra tarea. Pero estoy convencido que aprovechamos poco las múltiples fuentes de información a nuestra disposición de forma organizada y recurrente. Mediante la conocida evaluación 360º es posible hacerlo de forma muy completa.
La evaluación 360º busca revisar y mejorar las competencias profesionales propias mediante el uso de herramientas sencillas y accesibles que posibiliten un análisis riguroso y periódico.
Las fuentes de información en el ámbito educativo de una evaluación así son cinco. Mi autoevaluación puede faltar, pero no los datos aportados por compañeros que trabajan conmigo (docentes o no) y los de mis superiores directos, así como los de mis alumnos sus familias. De estas cuatro fuentes ajenas, dos corresponden a mis “clientes” reales: los alumnos y sus tutores legales. Y otras dos a mis “partners” en la organización, de la que todos somos (?) responsables.
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