En el último acto oficial de su viaje apostólico a Egipto, el Papa Francisco se ha encontrado con sacerdotes, religiosos y seminaristas para orar junto a ellos en el Seminario Al-Maadi y reflexionó sobre 7 de las tentaciones que todo consagrado debe vencer mediante una vida enraizada en Cristo:
1-La tentación de dejarse arrastrar y no guiar.
2-La tentación de quejarse continuamente.
3-La tentación de la murmuración y de la envidia.
4-La tentación de compararse con los demás.
5-La tentación del ‘faraonismo’, es decir, de endurecer el corazón y cerrarlo al Señor y a los demás.
6-La tentación del individualismo.
7-La tentación del caminar sin rumbo y sin meta”.
El Santo Padre afirmó que el consagrado “no puede dejarse arrastrar por la desilusión y el pesimismo”. El consagrado, explicó, “es aquel que con la unción del Espíritu transforma cada obstáculo en una oportunidad, y no cada dificultad en una excusa”.
“El peligro es grave cuando el consagrado, en lugar de ayudar a los pequeños a crecer y de regocijarse con el éxito de sus hermanos y hermanas, se deja dominar por la envidia”, advirtió. “La envidia es un cáncer que destruye en poco tiempo cualquier organismo”.
También indicó que “compararnos con los que están mejor nos lleva con frecuencia a caer en el resentimiento, compararnos con los que están peor, nos lleva, a menudo, a caer en la soberbia y en la pereza”. Además, subrayó la importancia de la identidad, porque “el consagrado, si no tiene una clara y sólida identidad, camina sin rumbo y, en lugar de guiar a los demás, los dispersa”.