Tenemos en nuestras manos el arma más poderosa para derribar el Muro de Trump: los abrazos.Frente a los muros habrá que fortalecer los abrazos. ¿Qué abrazos nos falta dar?
El problema del Muro de Trump no es que existan vallas y alambradas sino que se usen como arma de miedo y odio. Por eso el Muro de Trump se ha convertido ya antes de construirse en un símbolo de nuestra época.
Nuestra época asiste atónita a cómo conviven logros muy felizmente positivos (educación, ciencia, comunicación o paz) y otros extremadamente negativos. Vivimos en una Sociedad Volátil que extrema todas las tendencias. Es el modelo de Sociedad de Riesgo y del que sólo se puede salir por un cambio en el estilo y valores de vida.
El Muro de Trump es enorme. No sólo empareda a los mexicanos a lo largo de 5.000 kilómetros. Es más largo. Es un muro que se prolonga por el interior de Norteamérica y se quiere extender como una Hidra por el planeta. El Muro se levanta para encerrar a periodistas, intelectuales, artistas, inmigrantes, a los que no sean blancos WHASP, a disidentes, personas sin hogar, pobres en general, etc. El Muro de Trump no encierra sólo a México sino que quiere separar a Estados Unidos de la Verdad y la decencia.
Se entiende la indignación que enciende este Muro. Y es justo que se exprese la ira. Trump va a estar en nuestras bocas cada día en los próximos años. A fin de cuentas él sabe muy bien de qué va este nuevo negocio de la política populista: no se trata de gustar o no sino de que tengas encendida la televisión viéndole. Trump no busca tu bendición sino tu atención.
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