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Santidad digital, llamada y misión del siglo XXI – por José Fernando Juan

Algo que caracteriza a los santos de todas las épocas ha sido su capacidad de adaptación a sus tiempos. Es más, los han superado. Cualquier biografía que cojamos, revela hondura y profundidad más allá de los que sus coetáneos vivían. Por eso ya es posible hablar de santidad digital, incluso antes de que llegue este reconocimiento. Sin lugar a dudas, los santos de hoy usarán internet, tendrán perfiles en redes sociales, buscarán hacer el bien en este nuevo continente como auténticos misioneros. Está por ver, pero llegará. La santidad también es digital en nuestra época.

Como no hay testimonios específicos todavía, algunos echarán mano de la santidad en los medios de comunicación. Que se caracteriza por algo más que la búsqueda de la verdad, que en principio es un valor que todos los medios acuñan y quieren hacer propio a pesar de las diferencias. Ese algo más hoy se ve en el trato, en la cercanía, en la disponibilidad, en la capacidad para crear redes, en su forma de transmitir la Buena Noticia, en hacerla propia encarnándola.

El camino a la santidad, que en tantas ocasiones vemos como algo sólido y consolidado, comienza  de múltiples maneras. Alguien que se convierte de corazón, quien responde a las necesidades de sus tiempos, quien abandona una vida anterior vacía y busca llenarla de Dios y sentido, quien continúa con su vida en lo más cotidiano llegando a lo más extraordinario. El gran público identifica santidad con los milagros, ajeno tal vez a sus virtudes y bondades más hondas. La santidad no sólo es un bien para la Iglesia, sino para el mundo. Comienza en algo, pero sobre todo se desenvuelve, se revela y se muestra poco a poco, haciendo valer más los pequeños detalles que los grandes momentos. Y, en este camino, cómo no, se hace presente el mal y el sufrimiento de forma muy particular en repetidas ocasiones. Más en los de dentro, y sus luchas e intereses, que en los de fuera. Y más también en uno mismo que en los demás.

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