Se tiene innovar por vocablo actualísimo, talismán, mas es añoso. En latín innovare, significa propiamente hacer algo nuevo de aquello ya existente, no sustituir lo que hay por algo cualitativamente distinto. Mudar o alterar algo, explica la RAE, que incluso se atreve con una acepción secundaria desusada: volver algo a su anterior estado. Lógico, a mi entender: se está innovando lo que se transmuda, cuando hay razones, hacia donde sea, para que los buenos principios se tengan firmes, incluso deshaciendo lo novedoso que ha devenido inservible.
El participio presente del verbo es utilísimo y, ciertamente, arriesgado. No obliga como‘innoven’, no flojea desiderativamente como en subjuntivo, tampoco presume como si fuese el lema de un pin: ‘innovamos’ o ‘yes, we innovate’. Innovando es un modesto gerundio labriego; como si nada, urge a echar mano a la obra: ¡ea, innovando, que es gerundio! Por eso, decir ‘estamos innovando’ es un riesgo: será al cosechar frutos cuando se verifique que los hay o se manifieste que lo esperado se ha echado a perder.
Innovando puede decirse sólo en presente. Lo innovado fue, y con suerte y mérito quedó. Lo innovable llegará a ser si así se decide y realiza. Estar innovando es un estado de acción continuada que se manifiesta en hechos puntuales concretos. Por eso, ningún colectivo es innovador en sí mismo, solo lo es mientras anda innovando.
Como participio, resulta ser más anónimo y colectivo que sus parientes de formas personales. El mérito de estar innovando hay que atribuirlo a la entera progenie donde el hecho tiene lugar: a quienes parieron las ideas, quienes las hicieron crecer y las criaron diariamente, y también a cuantos las vivieron en sí mismos y se beneficiaron de ellas con esfuerzo y ocasional perplejidad.
No se puede andar innovando, de turisteo. Y tampoco existen raíles o GPS para estar innovando. Es una travesía de las de brújula, en las que los embarcados se ayudan de las cartas de navegación de otros pero en la que hay que estar dispuestos a que las eventualidades modifiquen la derrota hasta alcanzar el destino esperado si la corriente no lo impide. Para ir innovando dos son requerimientos imprescindibles: tripulantes dispuestos a patronear con cualquier viento, entre ellos un capitán respetable, y un cuaderno de bitácora en el que anotar aquello que merezca ser guardado en la memoria.
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