Y JESÚS seguía
¡SANTIFICADO SEA TU NOMBRE!
y María cantaba feliz: ¡SE ALEGRA MI ESPÍRITU EN DIOS MI SALVADOR! ¡SU NOMBRE ES SANTO !
En JESÚS era un deseo… ¡es que arrastraba toda la humanidad…! Pero en María, es ya hondo ese sentir el nombre santo de su PADRE DIOS, y José seguía emocionado … Le ha llamado, abbá, como a mí…
Y le venía a la memoria aquel nene todavía desdentado, aprendiendo a andar, inseguro; aquellos pasitos vacilantes y manos tendidas para no caerse: ¡¡¡abbá!!! ¡¡¡abbá!!! ¡¡¡abbá !!!
Jesús quería que el nombre de Dios fuera santificado. Con lo que signicaba el nombre, para el hombre bíblico: el ser y la naturaleza… y la misión… Y le había nombrado ABBÁ… como a él… cuando era pequeño.
Y JESÚS deseaba
HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
y María repetía: AQUÍ ESTÁ LA ESCLAVA DEL SEÑOR HÁGASE EN MI SEGÚN TU PALABRA y José recordaba aquella pesadilla y aquel sueño…«no temas…tú le pondrás por nombre, JESÚS …levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto…»