Estoy segura que lo vivido en #rompiendofronteras sigue trabajándonos a cada uno y quizá hay acontecimientos que ya los veamos y vivamos de otra manera. Ya no somos los mismos.
A parte del vídeo, comparto dos reflexiones que tienen conexión:
«Entrando en la verdad del propio corazón, para nuestra sorpresa, nos encontramos con todos los demás. Hay que sentir la energía que brota del centro de nuestro ser, que busca verterse uniéndose con la energía de los demás». (J.M.Fernández Martos SJ)
Cuando, en la tarde caldeada, solo en tu gabinete,
con los ojos extraños y la interrogación en la boca,
quisieras algo preguntar a tu imagen,
no te busques en el espejo,
en un extinto diálogo en que no te oyes.
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.
Allí están todos, y tú entre ellos.
Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete.
Y dejando atrás los miedos, poco a poco,
entra despacio, como el bañista que, temeroso,
con mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirla, y ya se atreve,
y casi ya se decide.
Y ahora, con el agua en la cintura, todavía no se confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos
y se entrega al completo.
Y allí fuerte se reconoce, y crece, y se lanza,
Y avanza y levanta espumas, y salta y confía
y tiende y late en aguas vivas, y canta, y es joven.
Así, entra con pies desnudos. Entra en el hervor, en la plaza.
Entra en el torrente que te reclama,
Y así se tú mismo.
¡O pequeño corazón diminuto,
corazón que quiera latir para ser él también
el unánime corazón que le alcanza!
(Vicente Alexaindre. En la plaza)