El Papa encabezó el Viacrucis en Roma desde un palco habilitado en el Monte Palatino, justo delante del Coliseo Romano, y clamó «vergüenza» por la «sangre inocente» que es derramada en el mundo de mujeres, niños e inmigrantes.
«Vergüenza por las imágenes de devastación, de destrucción y de naufragio que se han convertido en algo ordinario en nuestra vida. Vergüenza por la sangre inocente que cotidianamente viene versado de mujeres, de niños, de inmigrantes y de personas perseguidas por el color de su piel, por su pertenencia étnica, social o por su fe», dijo el Obispo de Roma en un discurso improvisado ante unas 20.000 personas en el Coliseo.
«Vergüenza por las muchas veces que como Pedro y Judas te hemos traicionado y vendido, dejado solo a morir por nuestros pecados escapando como cobardes. Vergüenza por nuestro silencio ante las injusticias, nuestras manos perezosas en el dar y ávidas en el arrancar y en el conquistar», añadió.
El Pontífice hizo hincapié en que los hombres se acercan a Dios «con la mirada abajada por la vergüenza y el corazón lleno de esperanza» y no evitó referirse también a los escándalos de la Iglesia. «Vergüenza por todas las veces que todos nosotros obispos, sacerdotes, consagrados hemos escandalizado y herido tu cuerpo y la Iglesia que hemos olvidado nuestro primer amor y nuestro primer entusiasmo; nuestra total disponibilidad dejando oxidar nuestro corazón y nuestra consagración», dijo. «Vergüenza por nuestra voz gritando en el defender nuestros intereses y tímida en el defender el de los demás, por nuestros pies veloces en el camino del mal y paralizados sobre el bien», añadió.
El Papa también reivindicó también en el Viacrucis a los que mueren ante la indiferencia en las guerras y pidió que se frene la «cadena del egoísmo» que guía la «vanidad de nuestros cálculos mundanos».