Cuando hablo con religiosos o religiosas la sensación general que me transmiten es de mucho trabajo, tensión, estrés, problemas… y es cierto, pero con una mirada más amplia, no limitada al día a día, la sensación que me transmiten es que son personas que están haciendo lo que deben, lo que los fundadores de sus instituciones religiosas les pidieron: acudir allí donde están los más pobres entre los pobres. ¿Cómo no va a ser mucho trabajo, tensión, estrés, problemas…?
Si pusiéramos un zoom para ver dónde las instituciones religiosas tienen más presencia, dónde están arriesgando mas, dónde están trabajando también cuantitativa y cualitativamente más, veríamos que es justamente en las zonas más pobres de nuestra tierra. Y eso debiera hacernos sentir bien.
FERE-CECA desde 1979 ha sido capaz de ser sensible a esa llamada y a esa realidad, y ha ofrecido su aportación, sabiendo que no es una aportación de máximos; es una aportación de sentido. Creo que también ha sido bueno que históricamente FERE-CECA haya posibilitado que una organización de escuela católica de un país como el nuestro haya sido capaz de establecer lazos y relaciones, y de ser sensible a la situación de la escuela católica y de la educación en otros países que, evidentemente, están en unos contextos y situaciones más complicadas que las nuestras.
Es muy teresiano, de la Santa de Ávila, ese gesto y valor de lo pequeño, de hacer lo poco que podemos hacer, de lo poco que hay en mí. Evidentemente, ese poco durante muchos años realmente ha sido mucho porque hemos podido gestionar una cantidad y un volumen de ayuda oficial al desarrollo muy considerable. Eso significa mucho: nombres, personas, apellidos, escuelas, colegios…