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STOP y cambio de sentido

ACTUALIDAD, es el nombre del grupo que nos juntamos en una quedada, los sábados, para cribar y cernir lo que pasa aquí y allá…
Porque lo de allá cada vez está más cerca en esta aldea global donde las distancias cada vez son más cortas.
E interdependemos… sí o sí.
Con lo lejos que nos venía Ucrania…
¡Y ha influido hasta en el precio de la bombona de gas!

En el grupo, cualquiera puede exponer su interés por tal o cual evento.
Y tras breve intercambio elegimos la situación más procedente a «cribar y cernir».

Desde los parámetros del sentido común, la cultura más o menos general, el humanismo cristiano que pivota sobre el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia.
Intercambiamos nuestros sentires y saberes; nos ayudamos a esclarecer realidades; nos lo pasamos muy bien.
Anudamos, además, amistad.

En realidad es un tamizar la realidad a través de nuestra fe y compromiso cristiano.

Hoy, los derroteros han ido por los crímenes de guerra que se perpetran sobre la sociedad civil ucraniana.

Fácil indignarse, apelar al Derecho internacional, Convenciones, Tratados… porque en el grupo hay quien es experto en leyes.

Consenso de indignacion, injusticia flagrante, apelación a instancias supranacionales que velen y penalicen tamaños abusos…

Hemos aprendido mucho los no tan iniciados en Derecho Político.

Y lo más interesante: no sé cómo, pero ha virado completamente el decurso del debate.

Putin y sus y adláteres estaban en la picota de la injusticia… cuando alguien arguye con suave y persuasiva firmeza:
Y… ¿por qué no rezamos por Putin?

Un silencio que se podía cortar. ¿Hemos entendido bien?

Ante el silencio, sigue.
Sí, rezar por Putin. Es lo que nos dice Jesús en el Evangelio: «Amad a vuestros enemigos, rezar por ellos».

El silencio más denso, todavía.
Y la reflexión más honda.

Porque tiene razón.
Es criterio de Jesús.
Y nuestro Padre Dios ama a Putin, aunque esté equivocado.
Puede cambiar su corazón y mente… Y estrategias…

La paz vendrá cuando Putin experimente esa metanoía, esa conversión y deponga su política injusta expansiva…

Putin, es también hijo de Dios, aunque él no lo sienta…
Y puede «caerse del caballo».
No sería la primera vez.
Ya le pasó a Saulo de Tarso por aquel camino de Damasco.

Ha sido el soplo del Espíritu:
La PAZ vendrá cuando el corazón de Putin se humanice en fraternidad.
Entonces serán eficaces y llegarán a buen puerto las conversaciones diplomáticas.

Al rogar por la PAZ, ¿qué tal si pedimos para Putin una buena «caída del caballo» como la del camino de Damasco?

Teresa Zugazabeitia FI