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Ballet primaveral

Me parece hoy que VIVALDI ha despertado a mi magnolio.

Porque danza radiante al leve susurro de la caricia del viento.

Aunque fornido… hoy, también coqueto. Luce sus mejores galas para sintonizar con singular evento.

El sol, horizontal todavía, cómplice callado, irisa sus hojas satinadas: jade oscuro, que centellean brillantes alternando con el ocre aterciopelado del envés de otras hojas que también se animan a ritmo de ballet.

Tenues, suaves, acompasados y rítmicos movimientos lentos.
Un Adagio…Maestoso…
Porque el viento es lento.
No tiene prisa, no quiere pasar ligero.
Él también se mece y acurruca en esta floresta orquesta.

Con fruición, aspira el peculiar perfume de su gran flor de marfil.

Y lo ofrecerá gratis, allá por donde deambule, alegre, errante, sin rumbo.

Mi magnolio.
No lo poseo.
Lo disfruto.
Me brinda siempre su belleza.
Me saluda alegre cada mañanita…
Y me despido después, al llegar el ocaso.

Hoy, me sorprende, además, con su pausado y rítmico ballet.

Me suena por dentro la melodía primaveral de Vivaldi.

¡Un lujo mi magnolio!
Simplemente, frente a mi ventana.

Teresa Zugazabeitia FI