Carta nº 469 Julio 1912
“La vida religiosa es vida de sacrificio; pero se hace suave y agradable, porque, pensando que estoy sirviendo a todo un Dios, que quiere purificarme con algunas crucecitas para darme después un premio eterno”
Hoy, como hace siglos, la vida, es vida que conlleva sacrificios. Tanto la vida religiosa como la vida laical están llenas de inmensas alegrías y de grandes sacrificios. La clave no está tanto en la diferente opción que cada uno, libremente, elige, sino en saber que esa opción es la que te hace feliz, la que te llena, la que hace que tu vida tenga sentido pleno. Y, afinando un poco, la M. Cándida nos da un nuevo quid para entender este asunto. Nos dice que lo importante es saber por quién lo hago, por quien me levanto cada día y por quien convierto los sacrificios en agradecimiento y en crecimiento. Y esa razón, esa tecla, es Dios, todo un Dios al que sirvo desde lo que elegí como vocación, como forma de estar en este mundo. Añade la M. Cándida que algunas veces nos purificamos con crucecitas, con esas crucecitas que nos preparan para un premio eterno. Son los detalles que la vida nos va presentando y que implican renuncias, soledades, sinsabores, …
Me quedo con lo que Lucas nos decía ayer al final de su evangelio: “hemos hecho lo que teníamos que hacer”, nada más, sin buscar más historias que las que la vida te va indicando. Y en ese camino de la vida vamos superando piedras, vamos esquivando obstáculos y vamos purificándonos con algunas crucecitas.
Hoy tengo que compartir mi sentimiento de agradecimiento al ver que una parte de mis inquietudes sobre el empleo del tiempo en el futuro se va resolviendo. Pedí luz para entender por dónde dirigir mis pasos y he encontrado respuesta. Ha venido como tienen que venir los acontecimientos: con confianza y paciencia, Por eso. M. Cándida, una vez más, gracias. Sentía que estaba llegando al final de una etapa y no sabía cuál era la siguiente, tampoco cómo iba a ser. Pero, de verdad, no me preocupaba. Confiaba que llegaría el momento de descubrir por donde abrir una nueva etapa. Y así ha sido.
En un librito pequeño, titulado “diez virtudes para vivir con humanidad” de Carlos Díaz, vuelvo a descubrir palabras que aclaran, palabras que ayudan:
“Tiempo habrá mañana para la cigarra, así que no olvides hoy el peaje de la hormiga; llegar hasta donde se pueda nunca resulta fácil, y la mayor parte de los fracasos suelen llegarnos por pretender adelantar la hora de los éxitos. Si al principio de un largo viaje conociésemos todas las dificultades que nos esperan, pocos lo emprenderían; por eso, para llegar lejos habrá que comenzar por ir muy cerca; sólo hay un modo de dar en el clavo, y es dar cien en la herradura. Siempre que te pregunten si puedes hacer un trabajo, contesta que sí y ponte enseguida a aprender cómo se hace; en realidad trabajar es descubrir lo que tienes dentro.”
Seamos personas dispuestas, personas que confían y que no tienen miedo a las crucecitas que la vida tiene preparadas, pues son necesarias e inevitables. Mucho más importante es qué hacemos con esas crucecitas.