Carta nº 465 Julio 1912
“Cuando se pone toda la confianza en su divina providencia, el Señor viene en nuestra ayuda”
“Dios nos pone muchos medios para que nos aprovechemos y nos sirvan como de escalones para subir a la perfección”
Querida M. Cándida, ante el inicio de un nuevo curso nos pones delante de nuestro pensamiento y nuestro ser, una de esas frases que dan mucha paz, pero que son difíciles, muy difíciles. Nos dices que pongamos toda nuestra confianza en Dios y nos aseguras que Él viene en nuestra ayuda. Lo creo. De verdad lo creo, pero poner toda nuestra confianza es poner todo nuestro ser, es no poner nuestros pensamientos y juicios delante de los de Dios. Es difícil, porque nos sale pensar que podemos hacerlo sin Él que podemos lograr las cosas sin contar con Él. Y me equivoco.
Hoy nos hablas de confiar porque nos sentiremos y seremos ayudados por Dios. Muchas veces nos lo has repetido, muchas veces nos has dicho que Dios siempre está a nuestro lado y nos cuida como buen Padre. Y así lo vivimos y así lo creemos, sobre todo porque así lo viviste durante toda tu vida. Y si algo tenemos que hacer, es aprender de aquellas personas que con su vida nos contaron y nos cuentan cosas de Dios.
Y nos hablas de escalones para subir a la perfección, para que nuestra vida sea mejor, pero nos dices que Dios siempre estará a nuestro lado, que nos irá dando los medios que vayamos necesitando. El fin está claro, los medios también. Sólo falta empezar a caminar. Y este curso es una nueva etapa del camino, es una nueva oportunidad para descubrir que no se puede vivir sin confiar, que no podemos desconfiar de todo y de todos. Yo elijo confiar, porque creo en ti, y desde ahí, camino. Intentaré superar las caídas y las aceptaré como momentos de crecimiento donde confiaré más fuerte. Y, por supuesto, agradeceré los momentos felices, esos momentos de risas y alegrías por las pequeñas cosas que pones en mi vida. Pero por encima de todo espero no olvidar que lo primero son las personas incluso cuando se equivocan y que por encima de papeles y documentos hay algo más importante: cuidar a la persona, acompañar a la persona, perder el tiempo con la persona, escuchar y vivir como personas que sabemos de quien nos hemos fiado.
Y simplemente vivir sabiendo que tú Señor “has sido nuestro refugio de generación en generación” como repetimos en el salmo de ayer. Que estamos dispuestos a mirar al frente, a cargar con la cruz de cada día, a pensar bien para acabar lo iniciado. Pero también aprendemos que no solo podemos reírnos de aquellos que no calcularon bien, podemos hacer algo más, podemos ayudarles a acabar su proyecto, podemos arrimar el hombro y ayudarles a que puedan acabar lo que con tanta ilusión empezaron. Eso es mirar a la persona y tenerla como importante, porque reírnos de los demás es lo más fácil y a eso no estamos llamados.
Tengamos un curso lleno de confianza en Dios, como dice la M. Cándida. Tengamos un curso lleno de fe para poder seguir siendo personas que creen que las personas siempre merecen una segunda oportunidad y todo nuestro respeto. Que nuestras palabras sean de cariño y enorme respeto cuando salgan de nuestra boca.