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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº458
22 julio, 2019

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 457

Carta nº 457     Junio 1912

 

“… formando una sola alma y corazón, trabajaremos con más fruto”

 

Hoy aparece una de esas perlas que puede responder a cómo trabajar, puede dar respuesta a qué planes educativos hay que elegir, a que protocolos tenemos que implantar, a tantas preguntas dentro del mundo educativo, pero sobre todo dentro de la propia persona, Formar una sola alma y corazón. Ser familia de verdad y sentir con un solo corazón. Creo que esa conexión vital es la clave de cualquier persona o empresa. Tener la misma alma y corazón es difícil. Formar una sola alma y corazón es un reto personal complicado, pues muchas veces nos hemos cruzado con grandes corazones sin alma, es decir con grandes personas que se les supone un gran corazón, pero que se quedan sin alma, sin misericordia, sin ese punto que les delata como buenas personas, pero nada más.

 

Es un reto difícil y fácil a la vez. El evangelio de ayer da luz sobre este asunto de formar una sola alma y corazón y de ver, después, los frutos. Esa es la diferencia entre el sacerdote, el levita y el samaritano. Dos con un buen corazón, o por lo menos se le supone, y un samaritano con buen corazón y gran alma. Jesús lo utiliza para hablar de la forma de tratar al prójimo, sea quien sea, haya hecho lo que haya hecho. Y nos invita a practicar la misericordia, pero no sólo de palabra y de gestos preciosos, sino de verdad, con gestos sinceros.

 

Seamos personas que practicamos la misericordia, seamos personas de hacer, tal como nos dice el evangelio de ayer, pero que nuestro hacer sea, como aprendió la M. Cándida, con una misma alma y corazón, y es así cuando conseguiremos más fruto, o por lo menos cuando Dios podrá hacer mejor a través de nosotros. Esas manos y esos pies que ofrecemos deben caminar unidos y en el mismo sentido.

 

Este es un buen ejemplo para este verano donde nos encontramos con tanta gente diferente. Hace unos días escuche que una persona decía un comeNtario sobre otra. Las tres eran conocidas de mucho tiempo. Lo bueno de todo es que la respuesta de quien escuchaba fue: no es posible, este no es así porque esta persona no es así y no me lo creo. Cuando en una persona se une alma y corazón es cuando los frutos hablan de su ser. Como decía una canción: alma para conquistarte, corazón para quererte y vida para vivirla junto a ti. Porque sin alma que arranca de dentro, sin corazón que saca lo mejor del alma, no hay vida.

 

Y si alguna vez nuestro corazón se daña, confiemos en Dios y, desde la humildad, busquemos al Señor y nuestro corazón revivirá, como nos decía el salmo 68.

 

Seamos familia con buen corazón. Seamos familia M. Cándida para aprender esa forma de ser cristianos, cada uno desde donde su vocación le ha llevado. Y seamos agradecidos por este don.