PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 455
1 julio, 2019
PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 457
15 julio, 2019

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 456

Carta nº 456     Mayo 1912

 

“Me satisface que las niñas obsequien a nuestra Purísima Madre, y, aunque para ello tengan que trabajar, la Virgen les recompensará”

 

El tiempo de verano se suele asocias a viajar, y es una buena costumbre porque abre la mente conocer nuevas costumbres, ver nuevos paisajes, escuchar nuevas voces, saborear nuevos platos, descubrir nuevas obras de arte. Pero añado una nueva oportunidad: encontrarme con María en cualquier lugar, provocar el encuentro con la Purísima Madre en cualquier rincón de cualquier templo que puedas visitar. Siempre habrá un poco de tiempo para obsequiar con una pequeña oración a María. Si somos capaces de hacerlo, conseguiremos que nuestro viaje sea especial y que nuestros alumnos también lo hagan cuando Dios quiera, porque cada flor florece a su tiempo. No tengamos problema en contarles esta experiencia.

La Madre Cándida, a estas alturas de su vida, sabía perfectamente que a veces, las cosas que tenemos que hacer cuestan trabajo. Sabía que los resultados que otros ven, cuestan mucho trabajo. Y, sabedora de ello, recomendaba trabajar, aconsejaba que no fuera por falta de trabajo el hacer las cosas para que los alumnos pudieran obsequiar a María. Añadía, con la seguridad de quien lo ha comprobado, que la Virgen les recompensará. Y así es, María siempre recompensa nuestro esfuerzo, aunque nunca buscamos hacer las cosas por la recompensa, sino por el convencimiento y por el servicio a los demás.

Ha sido un descubrimiento el escuchar las últimas líneas del evangelio de ayer, donde Lucas nos cuenta la razón de la alegría de un cristiano: no es porque podemos hacer grandes prodigios, sino porque nuestros nombres están inscritos en el cielo. Me he quedado con esta parte, sobre todo con la de los nombres inscritos en el cielo. Y me ha cuestionado qué tengo que hacer para que siga inscrito. He descubierto que se trata de vivir como hijo de Dios e intentar que la vida de cada día sea bajo el filtro del amor de Dios. No es nada fácil, pero es el camino, porque la vida ya trae sus propias dificultades y algunas no dependen de nosotros, sino que nos las encontramos. Pero lo importante es saber qué hacemos con ellas y es ahí donde debemos pasar el filtro de Dios, de su amor, y desde ahí seguir viviendo.

Seguro que la Madre Cándida tuvo que sentarse, más de una vez, y pensar qué hacer con algún asunto que le quitaba el sueño y le afectaba físicamente. Seguro que lo primero que hizo fue ponerlo en ese encuentro personal con Dios y pedirle ayuda para encontrar la solución o la forma de seguir. Seguro que alguna vez recordaría la expresión de Jesús ¡Poneos en camino! Y eso es lo que hizo y es lo que nos dice que debemos hacer. Ponerse en camino es confiar que, después de intentarlo, el camino irá diciendo cual es la dirección buena. Porque hay veces que creemos que la dirección es una y, al poco tiempo, nos damos cuenta de que es otra. Por eso se trata de seguir confiando cuando la vida te da un revés, se trata de darle la vuelta, porque el camino aún no se ha acabado.

Seamos personas que no perdemos la alegría, que no estamos dispuestos a dejar de confiar, que, a pesar de que broten lágrimas, sabemos que Dios nunca nos abandona, nunca. Que lo que hoy parecen renglones torcidos, mañana pueden ser muy rectos en las manos de Dios. Y en este viaje, que es la vida, seamos personas de paz, nada más.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí completa la carta 456 de la Madre Cándida