Las palabras que dice la Madre Cándida en la perla de hoy, es lo que hace Dios cada Semana Santa: nos trae este tiempo para recordarnos de una forma especial que no nos olvida, aunque sabemos que Él nunca nos olvida. Hoy es lunes santo y desde ayer comenzamos un tiempo intenso de celebraciones hasta el momento culminante del domingo de resurrección que lo celebramos con grandes signos en la Pascua del sábado santo por la noche. Como cada año llega la Semana Santa, después de un tiempo de preparación, para decirnos qué hizo Jesús en aquellos días previos a su muerte y resurrección.
Dios nos felicita de nuevo otras Pascuas, no las de Navidad, sino las de Resurrección, y nos dice que nos quiere con un amor infinito, con un amor que lleva a entregar la vida por nosotros, a sufrir y resucitar. Pero mejor vayamos por partes, celebremos cada día con sus acontecimientos y celebremos todo con fe y con el corazón abierto a lo que las procesiones y los actos litúrgicos nos traen.
Y recordamos que el sábado pasado, hace muchos años, Jesús de Nazaret y sus discípulos andaban por Jericó. Imagino que harían una parada para llegar a Jerusalén. Iban a celebrar la Pascua. Ayer aparece en Jerusalén y es cuando le reciben con palmas y olivo, que era lo que había a mano. Pero le reciben con algo más importante: la alegría que los lleva a gritar ¡¡Hosanna!! ¡¡Bendito el que viene en nombre del Señor!! Imagino el revuelo al reconocerle y al ver a los discípulos, muchos se acordarían de los milagros que habían oído o visto personalmente. Era Jesús de Nazaret. Y hoy lunes, encontramos a Jesús y a sus amigos cerca de Jerusalén, en Betania, y cuentan la historia de la maldición de la higuera estéril y cómo se enfada con los cambistas del templo por haber convertido en templo en cueva de ladrones en vez de casa de oración. Esa noche también salieron de la ciudad de Jerusalén. Os invito a seguir recorriendo con Jesús y sus amigos todos los días de esta Semana Santa. En Marcos se puede seguir muy bien, desde del capítulo 11 al 16 del evangelio de Marcos.
Recordar es hacer presencia, revivir es hacer presencia en mi vida de lo que significan estos días. Pienso con la intensidad que lo viviría la Madre Cándida. Las veces que ayudaría a sus hermanas a encontrar el sentido de estos días, a buscar en el fondo de todas las celebraciones. Y ahí es donde quiero estar. Por eso me propongo tener un tiempo de silencio al día para no perder el rumbo de lo celebrado. Jesús se hace presente de una forma especial y me pone delante imágenes, objetos, colores, para recordar cómo fueron esos días. Y yo tengo que celebrarlo y a la vez hacerlo silencio donde pueda escucharle.
Cada Semana Santa es diferente, cada circunstancia personal es diferente, e incluso puede variar hasta el lugar donde se vive, pero lo que no varía nunca son los hechos que recordamos y lo que no debe variar nunca es nuestro corazón abierto a sentir, escuchar y amar. Y si no es así, quedará en algo externo parecido a cualquier folclore de cualquier ciudad.
Antonio Grau
Murcia