Esta es una de esas perlas que recoge el pensamiento y la vida de la Madre Cándida a la hora de explicar cómo pedir a Dios por nuestras necesidades. Nos habla de tres cualidades que tiene que haber en nuestra petición y que son la esencia de este tipo de oración:
Y así es como se teje la vida de la Madre Cándida, y así es como las Hijas de Jesús oían y leían lo que ella quería dejarles como el mejor tesoro, como eso que les serviría para toda su vida.
Pedir a Dios por nuestras necesidades es entrar en un diálogo con quien sabemos que siempre escucha y siempre está, aunque, a veces, escuchemos algo que no sea lo que queremos. Pero lo más importante es entrar, como costumbre, en ese diálogo y no monólogo, donde sólo escucho lo mismo que hablo. Dios siempre habla y lo hace de cualquier forma. Unas veces es al escuchar su palabra en el evangelio, incluso aunque la hayas escuchado otras veces. Escuchar con alguna herida no es lo mismo que escuchar con buena salud. Escuchar cuando todo sonríe no es lo mismo que escuchar cuando estás roto por dentro, cuando parece que todo se desmorona. Pero la clave es escuchar, es ser perseverantes en la escucha y acercarnos con esa humildad de la que habla la Madre Cándida. Otras veces es al escuchar a un amigo que te dice lo que piensa sobre cualquier asunto. Otras, en el silencio.
Orar y exponer nuestras necesidades es como volver a echar las redes, a pesar de no haber obtenido resultados; confianza, humildad y perseverancia, y así volver a echar las redes una y otra vez si hiciese falta. Pero por una razón “por tu palabra”. De qué forma tan sencilla lo cuenta Lucas en el evangelio de ayer. Imaginar ese momento es algo especial. En ese pasaje encontramos las tres cualidades de las que la Madre Cándida nos habla en esta carta. Y esta perla parece conectada con el evangelio de una forma sencilla y clara a la vez.
Es un reto abierto a lo que hoy nos pueda suceder y a lo que el futuro nos tenga previsto. Pero es un reto vital que configura tu vida desde una forma de sentir de una persona que se fío hasta las trancas de Dios. Por eso la Madre Cándida sigue siendo ayuda en este siglo como lo fue en anteriores. Confiar, ser humilde y ser perseverante no tiene tiempo.
Antonio Grau
Murcia