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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 425

Carta nº 425      Agosto 1911

 

“… pues siempre debemos tener allí nuestro pensamiento (en las cosas celestiales), por ser nuestra patria”

 

El comentario a la perla de hoy viene cargado de globos, de miles de globos, de sonrisas y recuerdos, de miles de alegrías, de millones de albricias que se quedan en ese “Mil Albricias”. Una canción especial para tantos y tantos que nos hemos emocionado al cantarla, que la hemos cantado llenos de alegría y otras veces rotos por el dolor. Porque hoy quiero recordar que un 2 de diciembre de 2013 Manolo se fue al cielo sin poder cantar ese año su Mil Albricias y que un 2 de diciembre de 2016 Petra también se marchó al cielo sin poder cantarlo. Mejor dicho, creo que no fue así, creo que juntos lo cantaron a pleno corazón y que además se lo enseñaron a muchos que se unieron en este canto. La Madre Cándida sonreiría al verlos y ellos devolverían esa sonrisa que tanto recordamos. Porque como nos decía la Madre Cándida: “siempre allí nuestro pensamiento” “porque esa es nuestra patria”, nuestro destino.

 

Hoy es un buen día para mirar al cielo y agradecer.

Hoy es un buen día para saborear lo sencillo de la vida

Hoy es un buen día para seguir soñando con un mundo mejor.

Hoy es un buen día para sonreír.

 

Hoy también celebramos que, una vez más, tenemos la suerte de celebrar un tiempo especial de gracia: Adviento. Un tiempo para estar despiertos, no adormilados, tiempo de abrir los ojos de una nueva forma con la que podamos ver con los ojos de Jesús de Nazaret aquello que Él nos pone delante y así podamos disfrutar de cada uno de los días que nos regala. Y cuidado que, casi sin darnos cuenta llegaremos a esa noche del 24 de diciembre. La pregunta será, ¿qué le presentamos en ese portal? ¿qué hemos ido preparando para abrir nuestras manos y llevarle lo que hemos podido reunir? Algo así imagino que hicieron los pastores. Llevaron de lo que tenían, pero, sobre todo, llevaron lo que eran y eso llenó al Niño. Hoy, con el salmo, levantamos nuestra alma y le pedimos a Dios que nos enseñe el camino, que nos descubra las sendas de misericordia y lealtad.

Y hoy dirigimos nuestro pensamiento, acompañados de la Madre Cándida, a nuestra patria, a ese cielo que es donde no habrá tiempos que celebrar, ni preparar, sólo presencia de Dios y encuentro con ese Padre que nos ama, y con la sensación, que será realidad, de sentirnos en las manos de Dios. Pero mientras tanto llega el momento y sabiendo que estamos en las manos de Dios, nos toca cuidar lo que tenemos, por eso es un tiempo ideal para despertar y poner en marcha aquello que soñaste y que llegaste a pensar que era una tontería o una ilusión imposible. Nada de eso. Es el momento de hacerlo, de intentarlo y de saber que nada hemos perdido por hacerlo. No es necesario que sean los sueños muy grandes. Quizá sea algo muy pequeño, algo que llevas rondado algún tiempo. Algo sencillo. Ánimo. Es un buen tiempo. No dejes que otros lo hagan por ti. Pues como decía Séneca: “La recompensa de las buenas acciones, es haberlas hecho”.

Tal como dije en la anterior perla, hoy quiero compartir la respuesta que he recibido de Milagros Santana a la invitación para acabar la frase: “Sentirnos en las manos de Dios es …”:

“Mira, lo que más admiro de la M. Cándida y lo que más quisiera aprender de ella es precisamente ese saberse en las manos de Dios. Su confianza total en Él. ¿pero cómo contestar a esa pregunta cuando sé que yo no lo vivo, sino que lo que experimento es que Él me sostiene en mi debilidad y que me escabullo por mil vericuetos?

            Yo creo que estar en las manos de Dios es saber desde el corazón que Dios quiere lo mejor para mí, y actuar en consecuencia. Pero, cuántas veces se me impone la prudencia y otras cosas peores…”

 Gracias Milagros por estas letras llenas de humildad, sencillez y confianza. Gracias.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí la carta 425 de la Madre Cándida completa