Decía la Madre Cándida allá por mayo de 1911 que “la Fundación de Brasil va adelante”, y hoy 8 de octubre de 2018 añadiría que “la Fundación Educativa Jesuitinas va adelante”. Veo mucho en común en cuanto a fechas, a momentos de la historia, pero lo que más en común veo de estos dos proyectos es que ambos están puestos en Dios, que los dos son para mayor gloria de Dios y que las personas que valientemente han dicho que sí, están para este objetivo. Dios les bendice porque su interés es que esto funcione, como funcionó Brasil. No hay palabras para agradecer la disponibilidad de las que fueron a Brasil, como tampoco tengo palabras, que puedan expresar mi agradecimiento, para todas las personas que han dicho que sí y han dado un paso adelante saliendo de su comodidad de años y aventurándose (confiando en Dios) a este proyecto. Decía la Madre Cándida que las que iban a Brasil aún no lo sabían, y así fue. Pero ella sabía que no se equivocaba, que Dios le había susurrado al oído que esas eran las mejores en ese momento. Así también lo veo ahora. Dios ha ido susurrando a los oídos de quien tuvo que decidir, los nombres de los equipos que van a liderar este proyecto. Así fue, así ha sido y así, espero, que sea siempre. Y por todo ello, y por todas ellas y ellos, sólo queda, bendecir a Dios.
Dios sigue abriendo caminos nuevos, caminos de crecimiento y esperanza. Por eso sigue contando con personas dispuestas, alegres y confiadas. Personas que desde su propia vocación se ponen al servicio del evangelio. Y en todos ellos hay algo fundamental que debe reinar en todas sus relaciones y en toda su vida: la unión, en su más amplio y auténtico sentido. Da igual la vocación a la que se ha sido llamada, lo que importa es que seamos como niños, como nos recuerda Marcos ayer, que seamos sencillos y humildes, que seamos transparentes y capaces de abrazar la ternura.
Hoy quiero traer como despedida el salmo de Salomón de la eucaristía de ayer:
“Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida” como himno y petición, como ese mantra que debería repetir cada uno de los días que tuviera la dicha de abrir los ojos por la mañana. Porque cuando Dios bendice es cuando los proyectos salen bien, cuando Dios dice bien de algo es cuando nada puede romperlo. Por eso, siguiendo con las personas que han puesto su persona al servicio de cualquier proyecto de Dios y en especial a la Fundación Educativa Jesuitinas les digo (con permiso de Salomón):
“Que el Señor os bendiga todos los días de vuestra vida”
“Que el Señor cuide vuestras palabras y obras todos los días de vuestra vida”
“Que el Señor sea la única luz en vuestras decisiones”
“Que el Señor cure vuestras heridas y os sane por dentro, que es donde duele de verdad”
“Que el Señor acompañe cada uno de vuestros pasos”
Antonio Grau
Murcia