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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 388

Carta nº 388    Mayo 1910

“Lo que yo quiero es que sean muy obedientes y observantes”

Este era el deseo de la Madre Cándida para sus hermanas allá por el inicio del siglo XX. Es un buen deseo con palabras de ayer para nuestros días. La clave es descubrir el significado hoy de estas palabras. ¿Qué significa ser muy obedientes y observantes? ¿Qué significado tiene hoy? Y arriesgando un poco ¿qué nos diría la Madre Cándida hoy para expresarnos su deseo?

Hoy es un día especial. Es el primer lunes después del III EIL. Y hoy es un buen día para compartir con la perla de hoy las innumerables perlas que hemos podido descubrir en Quezon City. Filipinas nos acogió con los brazos abiertos y nos sentimos familia nada más aterrizar el avión y pisar suelo filipino. Cuando una familia se reúne, se respira un ambiente especial, pero sobre todo cuando esa familia llevaba seis años sin verse, sin abrazarse. El ambiente que hemos podido vivir es algo que no se puede preparar, es algo que surge como impulsado por el Espíritu que nos llevó a descubrir que significa “misión compartida”.

Sólo quiero compartir lo grande de convivir con una familia compuesta por personas de 10 países y hablar un mismo idioma. A partir de ahí surgen los retos, la luz para el camino de vuelta y la seguridad de que Dios siempre nos acompaña. Mucho material queda por compartir y muchas ganas por hacerlo, pero eso llegará. Hoy sólo quiero quedarme con la vida y las palabras de Linda:

“Fui desafiada a confiar en Dios. Puse en Él toda mi confianza, como lo hizo la M. Cándida. Me acompañó en mis dudas y miedos y me dio calma y paz”.

También, de cara al futuro, fue significativa la frase que nos aportó Silvia:

“Los barcos están seguros si permanecen en el puerto, pero no fueron hechos para esto. Tengamos coraje”.

Si la Madre Cándida hubiese estado en este encuentro seguro que nos hubiese dicho claramente lo que ella quiere. Yo creo que escuchamos con la misma claridad lo que ella quiere para el futuro en las palabras del Cardenal Luis Antonio Tagle, que con su humanidad, sencillez y alegría nos habló de ser luz para los demás, sin miedos, con confianza. Nos habló desde el corazón y eso llega directamente al corazón.

Seamos obedientes y valientes, seamos observantes y flexibles porque la vida merece la pena vivirla a tope, porque tenemos en las manos la posibilidad de ser luz que refleje la única luz que merece la pena, la de Cristo. Laicos y religiosos vamos en el mismo barco y compartimos la misma misión, la de Dios, cada uno desde la vocación a la que ha sido llamado.

Ahora queda esperar y hacer todo lo posible para que lo allí vivido no sea como la trenza de una niña que al poco se destroza por no tener un lazo que ajuste lo bueno hecho.

Que Dios recorra de nuevo nuestra Galilea y que Santa Águeda, cuya festividad hoy celebramos, nos de la fuerza necesaria para trasladar a las manos lo que el corazón y la cabeza llevan.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí la carta 388 de la Madre Cándida