Tus ojos me dejaron atrapado desde esa «jeepneys» donde ibas atrapada, mi linda niña, levantando tus ojitos, con mirada limpia al infinito que grita dentro de mis entrañas.No sé tu nombre pero tu mirada te puso el nombre: ESPERANZA
Unos pasos mas allá te vi también amiguito mío, si me permites que lo sea.Como una pieza de museo, inmóvil estabas a la puerta de la catedral, pequeño niño. Tu rostro sucio, tus manos caídas esperando un futuro, una salida, un soplo de vida, una mano hermana.
Ojos que buscan futuro. Ojos que piden su dignidad humana.
Hijos de Dios que reclaman calor, caricias que curen sus heridas, sus profundas heridas. Llagas que son nuestras por no barrerlas. Se han clavado en el corazón; han atravesado mi alma.
Te busque en medio de nosotros Madre Cándida para que me dieras, si es posible, una respuesta. Me susurraste que estabas entre ellos indicándome que en ellos te quedabas.
Tocando sus historias, me dices, estarás con Jesús de carne y huesos. Ellos nos llevarán de su mano a Jesús, mi buen Padre y vuestro. Os embarcará conmigo a vivir su sueño, su proyecto.
Miguel Ruano
Salamanca