NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN
suplicaba JESÚS
Jesús suplica porque tendrá que pasar por la tentación. Como un hombre cualquiera. No sólo en el desierto: en Getsemaní. En la cruz: “sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, baja de la cruz” .
Y María, que no entendía eso, de la tentación. Sí que había dialogado con su Dios: «cómo ha de ser esto?». A veces se asombraba, y no entendía. Noche oscura de fe. Pero se fiaba y descansaba en Dios, su salvador. Y «guardaba todas las cosas en su corazón» y permanecía feliz y bendita entre las mujeres.
Y José, «que era justo y no quería ponerla en evidencia», prefería que le echasen la culpa de irresponsable a él. Tanto quería a María… Se adelantaba a la tentación… hasta que el ángel le sacó de los apuros.
LÍBRANOS DEL MAL
se preocupaba JESÚS
Porque JESÚS sabía del poder de las fuerzas del mal. El padre de la mentira ya había engañado al origen humano: «seréis como dioses». Y cayeron en tentación.
Era pueblo de dura cerviz… y seguimos siendo.
Y María aunque constataba el mal se sentía segura:
ÉL HACE PROEZAS CON SU BRAZO:
DISPERSA A LOS SOBERBIOS DE CORAZÓN,
DERRIBA DEL TRONO A LOS PODEROSOS
…Y A LOS RICOS LOS DESPIDE VACÍOS.
Y José percibía cómo ABBÁ “ENALTECE A LOS HUMILDES”.
Recordaba todavía con gratitud, cómo habían experimentado el auxilio del Señor cuando tuvieron que huir, refugiados tanto tiempo en Egipto, en tierra extranjera… y cómo volvieron felices a su casita de Nazareth. Resentían los tres, todos los males que nos iban a aquejar: ése “seréis como dioses” que nos erige en egoísmo personal y estructural que nos lleva a una actitud cainita, fraticida, de violencia y muerte.
El pan de cada día, no es nuestro. Acaparado, sustraído por pocos: “Mysterium iniquitatis” . También ese misterio de dolor y cruz, enfermedad, soledad, el sin sentido de la vida que sufre tanta gente. Esas heridas del alma… que sumieron a Jesús en “pavor y angustia… tristeza hasta la muerte…Abbá, Padre! todo es posible para ti, aparta de mí este cáliz, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú“.
Líbranos del mal. De erigirnos a espaldas de ti: seréis como dioses.
De no creer en tu amor, ternura y misericordia, manifestado en Cristo Jesús.