Terminamos la oración que nos enseñó Jesús con una palabra ajena a nuestro léxico:
AMÉN
AMÉN. Palabra de raíces semíticas, La tradición judeo cristiana ha mantenido inalterable esta palabra sin traducirla; porque se empobrece el sentido original que se usa en relación con lo sagrado. Es deseo, y creencia, y certeza, y determinación, y fidelidad, y confianza…
Benedicto XVI en una audiencia general, el 30 de Mayo del 2012 afirmaba: «En el “sí” fiel de Dios se injerta el “amén” de la Iglesia que resuena la liturgia.“Amén”es la respuesta de la fe. Este término deriva de ‘aman’ que en hebreo y arameo significa “hacer estable”, “consolidar”, “estar seguro”, “decir la verdad”… O expresa adhesión a Dios, en el momento en que el pueblo de Israel regresa lleno de alegría del destierro de Babilonia y dice su “sí”, su “amén” a Dios y a su Ley… Esdras bendijo al Señor, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas AMÉN, AMÉN…el “amén” de la liturgia judía se convirtió en el “amén” de las primeras comunidades cristianas… Y el Apocalipsis se concluye con la invocación “AMÉN, VEN, SEÑOR JESÚS” (Ap.22,3.”) »
JESÚS, el gran AMÉN al PADRE,ABBÁ.
En su naturaleza humana, aprendió a rezar en aquel taller de Nazareth. «Hijo del carpintero y de su madre María”… y así nos lo enseñó.
Bilbao 03.06.2018
Teresa Zugazabeitia F.I.