Desde pequeños nos habituaron a ello.
Hoy, no es sólo la higiene la que nos impele a hacerlo.
La profilaxis, el miedo a ser víctima y vehículo de pandemia mundial, casi desgastan nuestras manos de tanto gel y antisépticos.
¡Lavarse las manos…!
Tan diversas connotaciones…
¿Cómo nos lavamos las manos?
¿Como Pilatos?
Ostensiblemente, como un ritual mágico que tuviera poder, se lava las manos delante del pueblo judío como intentando un conjuro que justificara su proceder inicuo:
«inocente soy de la sangre de este justo. Allá vosotros».
Pretende desentenderse.
Pero es él, y no otro, quien representa y otorga justicia según Derecho Romano.
Se ha interesado por ese joven galileo.
Ha hablado con Él. Lo ha declarado inocente…
Es consciente que lo han llevado por envidia…
Desplaza responsabilidades enviándolo a Herodes… que también lo ve inocente.
Lo compara con Barrabás… ¡que decida el pueblo!
Lo manda azotar. Sólo por su interés.
Para aplacar el disturbio social que le salpica con los próceres judíos.
La posibilidad de malquistarse con el Cesar, inclina por fin la balanza hacia la claudicación.
Y, cobarde, «se lo entregó para que fuera crucificado. Así : «lavándose las manos»...
Pilatos pasará a la Historia… «padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado«… único dato histórico de nuestro Credo repetido a través de los siglos.
Solo unas horas antes vemos a Jesús ceñido de una toalla, inclinarse ante sus discípulos para lavarles los pies.
Menester era de esclavos.
Pero, primer y gran signo de acogida y hospitalidad del anfitrión.
Nos desconcierta también.
«… sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre,
habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo»
«… echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido»
«… también vosotros debeis lavaros los pies unos a otros»
AMOR hecho SERVICIO que conlleva hospitalidad, acogida y humildad.
Con paso ágil va por delante.
Lava los pies de sus discípulos; del que le va a traicionar, del que va renegarlo, de todos, que van a huir abandonándolo. Excepto Juan
Actitud de AMOR hecho SERVICIO, indispensable, interactiva, recíproca, para realizar la fraternidad universal, su sueño de siempre: ¡PADRE NUESTRO!
Actitud y mandato. El Maestro y Señor, va por delante.
Y nosotros, ¿cómo NOS LAVAMOS HOY?
¿En esta sociedad tan amenazada, tan quebrantada, tan necesitada de amor, acogida, hospitalidad, cercanía y servicio…?
¿Como Pilatos, reflexivamente, enrocado en su débil y cobarde ego?
¿Como Jesús, recíprocamente… «unos a otros…» realizando fraternidad?
Mª Teresa Zugazabeitia, FI