«Evangelizar en las redes no se trata de compartir fotos bonitas de los gestos del Papa con un mensaje, sino de vivir cada uno esa ternura que él refleja», explicó Lucio Ruíz, secretario de la Secretaria para la Comunicación del Vaticano, durante el iCongreso 2017. Para ello, «es necesario una ascesis personal que conduzca a la coherencia entre la fe que se profesa y la conducta diaria; y, sobre todo, la influencia de Dios en cada uno, que se descubre en la oración»
Para monseñor Lucio Ruíz, secretario de la Secretaria para la Comunicación del Vaticano, el estilo comunicativo del Papa se resume en cinco puntos, que se desprenden del magisterio de la misericordia de Francisco:
Proximidad: la comunicación del Papa procura ser cercana, obedeciendo a la lógica de la Encarnación; Dios se hizo hombre para estar con ellos y salvarlos.
Encuentro: dispuesto a dialogar con los hombres y mujeres de hoy, con sus problemas y necesidades.
Gratuidad: ofrecer al otro el mensaje, sin pensar en si lo merece o lo pide
Comunicación de la misericordia: el ofrecimiento del perdón y la sanación de las relaciones con los demás.
Esperanza: Francisco quiere que la Iglesia no se sume a la tendencia de solo publicar malas noticias; debe buscar señalar el bien y las soluciones a los problemas.
Monseñor Lucio hizo estas reflexiones en el iCongreso 2017, organizado por la plataforma de evangelización en internet iMisión y que se celebró en la Universidad CEU San Pablo (Madrid) los días 29 y 30 de abril.
Al evento acudieron cerca de 200 personas y fue seguido en redes sociales por más de 1.000 internautas. El secretario vaticano explicó a todos ellos que «la ternura» es el «método fundamental de la comunicación del Papa» e invitó a los participantes a ser coherentes con su fe en su vida diaria.
«Evangelizar en las redes no se trata de compartir fotos bonitas de los gestos del Papa con un mensaje, sino de vivir cada uno esa ternura que él refleja», explicó Lucio Ruíz. Para ello, continuó, «es necesario una ascesis personal que conduzca a la coherencia entre la fe que se profesa y la conducta diaria; y, sobre todo, la influencia de Dios en cada uno, que se descubre en la oración».
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