MARÍA DE NAZARET VII
14 febrero, 2022
22.2.22
22 febrero, 2022

MARÍA DE NAZARET VIII

Siguen llegando rumores y más que rumores a Nazaret.

Todo un clamor en la región de Galilea
Gente que le ha oído, de primera mano, están asombrados del impacto social que genera ese Jeshouá, el de su pueblo.

Las vecinas abordan a María:
«Sí… Ya se veía que tu hijo era distinto, pero… ¿de dónde le viene tanta sabiduría?
Porque José, bueno y justo, sí…pero…
¡Y Jesús no ha salido de Nazaret!
Dicen que la gente se arremolina escuchándole, que no habla como los escribas…
Es que, María, Jesús, tu hijo, no es como los demás. Es distinto.»

Y razón no le falta a la vecina.

Jesús es distinto.
Tiene la alegría de María; y es discreto como ella.
Buen hijo; en familia, sabe estar.
Educado en la fe de sus mayores.
Responsable, trabajador, junto al taller de su padre, José.
Profundo en el pensar y largo en el sentir.
¡Y cómo capta la belleza!
Con gran capacidad de relación, amigos por todas partes.

Y que va ya apuntando maneras de joven profeta: habla muy bien; y tiene gran conocimiento de los libros sagrados. Pero tiene un estilo…sí, ¡nuevo!

En continua referencia a Dios, a quien llama siempre, PADRE.

Y la gente, feliz, con eso que revela del REINO DE DIOS.
Se le entiende muy bien porque utiliza cosas de la vida, de todos los días: la levadura en la masa,  el grano de mostaza, la mujer que va a parir, la que ha perdido la moneda, el vino, en odres nuevos… Hasta habla de costura: el remiendo del paño nuevo en el viejo; cómo tira y acaba rasgándose todo… Seguro que recuerda a su madre.

Los lirios del campo y las aves del cielo, el grano de trigo… la cizaña…

O se inventa parábolas que todo el mundo ha vivido: aquel padre que perdió su hijo y su fortuna y cómo lo recobró… ¡Qué ternura!

O aquel viajero bajando a Jericó; que cayó en manos de ladrones y lo dejaron medio muerto.
Pasó el sacerdote, y el levita… ¡Y dieron un rodeo! Solo el samaritano se paró; lo curó, lo llevó al posadero, y le pagó para que siguieran curándole…

Y el sembrador que va esparciendo su simiente en diversos lugares…y luego, a los suyos, se lo explica despacio.

Y aquel otro hombre, a quien habían perdonado la deuda… Y luego quería meter en la cárcel a un compañero que le debía mucho menos dinero…

¡Como la vida misma!
Todo el mundo le entiende. ¡Y aprueba!

¡Pero qué certeras conclusiones saca! Tan cercanas a nuestra vida; la de todos los días. Tan profundo… Y tan poeta a la vez: las aves del cielo y los lirios del campo. Contempla la belleza y se inspira: las mieses, el sol, la lluvia, la gallina y sus polluelos, las bodas, las amigas de la novia, el festín, el traje de fiesta…

Tiene mucho crédito personal.
No como los escribas y fariseos, que siempre se apoyan en la Toráh, como una retahíla de memoria, para exigir a otros lo que ellos no hacen… ¡Jesús no!

Habla tan bien y fácil de Dios! ¡Tan cercano!
Siempre con respeto y reverencia: «está en los cielos», transciende.
Pero siempre le invoca: ¡PADRE, ABBA!

Y cuando enseña a rezar, reza con nosotros: ¡PADRE NUESTRO!
Y nos hermana a todos con Él y en Él.

La humanidad es FRATERNIDAD.
Hijos todos, de nuestro PADRE DIOS.
Esa es nuestra dignidad; de cualquier hombre o mujer; no importa, ni las razas, ni la piel…

Y otra cosa que le preocupa es el REINO de DIOS, que debe ser lo mismo que REINO de los CIELOS.

Ofrece caminos de FELICIDAD: los anawin, los que hacen la paz, los de corazón sensible, los mansos, los que lloran, los que perdonan y tienen entrañas de misericordia… Para todos tiene algo que decir. Quiere que seamos felices… ¡desde ya!

Guarda el sábado, como buen israelita que es, pero, si en sábado se le acerca algún enfermo ¡lo cura! Esto le ha ocasionado algún roce y enfrentamiento con los escribas… Pero Él, libre como las águilas, ha afirmado que «el sábado es para el hombre…» ¡Menudo escándalo para un judío!

Algunos «importantes» empiezan a mirarle de reojo… recelan de Él. ¡Es que los descoloca!

Sin embargo entre la gente sencilla, tiene un gran poder de arrastre.
Le oyen con gusto; y se van tras Él.
A veces lo atosigan.
Ni comer le dejan, por escucharle.

Algunos le siguen como discípulos…
Y que van a ir a la boda de Caná.

Qué ganas tienen María y José de que llegue el día de la boda, en Caná.
Qué alegría de encontrarse con él.

También conocerán a esos pescadores galileos que se han ido con Él, dejándolo todo: barca, redes… hasta su padre, Zebedeo, que se ha quedado sólo con los jornaleros.

A ver qué pasa en Caná.

Teresa Zugazabeitia FI