BERROSPE, ANDOAIN
21 diciembre, 2021
MARÍA DE NAZARETH III
28 diciembre, 2021

MARÍA DE NAZARET II

Con ocasión de la fiesta litúrgica de la INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA, hemos contemplado a María, esa joven, casi niña, que se turba y se alegra y pregunta y se pone en manos de su Dios para ser madre de Jesús.

También servicial.
A toda prisa ha viajado a Ain Karim para ayudar a Isabel.
Y discreta, cuando Isabel se vale ya por sí misma, María emprende regreso a su casa de Nazaret.
Allí la están esperando sus padres.
Y José, ansioso de verla: tres meses… Tiene unas ganas…

¿Cómo sería el viaje de retorno de María?
Más fácil: cuesta abajo para llegar a Nazaret de Galilea.

Sí. Pero han pasado ya tres meses y María empieza a notar su estado de gestación.
Ella ya lo había hablado con su madre, Ana. Y esta con Joaquín, su padre.
No entienden, pero rumian y guardan en su corazón aquella profecía de Isaías… Una virgen está encinta y da a luz un hijo…
Es que los profetas hablan, a veces, un lenguaje tan simbólico… y realizan obras tan simbólicas también…
Los oráculos son tan oscuros…

Ellos no dudan de su hija.
María ha sido siempre tan considerada, tan juiciosa, tan alegre… ¡tan cerca de Dios…!
Nunca les ha dado un disgusto.
Al contrario. Vale para todo y es tan servicial… Todo el mundo la quiere.

Pero es muy fuerte la confidencia de madre e hija… aunque Isaías dijera aquello…
María no está preocupada por sus padres.

Pero José… ¿Cómo se lo dice?
¿Cómo lo va a tomar?

Por fin la caravana llega a Nazaret. ¡Qué abrazos de alegría!

Al día siguiente, a solas con José, la conversación es parca. El rostro de José está contraído. Serio. Seco.
María le cuenta lo sucedido.
Ya antes de ir a la montaña, el Espíritu la cubrió con su sombra… Nada hay imposible para Dios…
Y ella accedió. Se puso en manos de Dios… Si ya lo había dicho Isaías…
Y le daría el argumento de Isabel… estéril y anciana… ¡Y con un bebé precioso!

José está derrumbado.
Él, que quiere tanto a María… ¿cómo ha podido ser? Allá, lejos, tres meses en las montañas…¿Qué ha podido ocurrir?

Con lo formal y ponderada que era María… Nunca había dado que hablar… Al contrario: se llevaba él la mejor chica del pueblo. Pero… ¿Cómo ha podido ser?
Honda lucha interior porque la sigue queriendo, ¡pero no puede ser!

Habían contraído ya los Desposorios.
Y si la delata, puede que la lapiden…

Se callará. ¡Pero no puede seguir con ella! La repudiará en secreto, ¡con harto dolor! Porque la quiere tanto…

Prefiere que le tachen a él de irresponsable.
No sabe qué hacer.
¡Perder para siempre a María…!

Sumido en ese dolor, no puede más; le vence el sueño.

Y el bueno, el justo José, siente la cercanía de Dios en sueños.

Todo es diáfano ya: en María se cumplen la promesas.
Ahora entiende a Isaías…

Con todo el corazón de hombre bueno y justo, acepta a María en su casa y se hace cargo de una paternidad que no es la suya.
Quizá no vislumbra cómo él también, ha sido elegido para amparar y custodiar la realidad misteriosa de la ENCARNACION del VERBO de DIOS.

Él le educará, será el modelo de identificación… Y cuando Jesús, ya adulto, esté en dificultades, llamará a Yahveh, ABBA, como le llamaba a él cuando le enseñaba a andar y le balbucía: abba, abba, abba…

Y los dos, reconfortados, pletóricos de aquella gran paz, SHALOM, esperan el decurso de los acontecimientos, en su casita de Nazaret.
María empieza a preparar ropitas de bebé. Su madre, Ana, le ayuda.
José se esmera en hacer la mejor cuna que haya hecho en su vida.

Los dos se miran y remiran complacidos en «el brazo fuerte de Dios» que sigue haciendo proezas.

Ya solo faltan unos cinco meses.
Y con una cierta impaciencia… ¡aunque se sientan tan cerca de Dios!

Teresa Zugazabeitia FI